El rescate de la banca española

jaumepuig
Cedida

Por fin se ha rescatado a la banca española. La recapitalización de la banca española ha sido una demanda permanente nuestra desde el mismo momento que estalló la burbuja inmobiliaria en España en el año 2007. Era más importante recapitalizarla rápido que no con qué dinero se hiciera. Ha tardado mucho más de lo debido pero por fin la tenemos. Puede afirmarse que hoy empieza la cuenta atrás para la resolución de la crisis económica en España. Estamos en el inicio del final.

Una de las preguntas más difíciles de responder y de comprender es por qué se ha tardado tanto en apretar el botón.

 a) Los motivos de la demora

Desde el mismo momento en que estalló la burbuja inmobiliaria, la banca española –que la había financiado– empezó a hacer funcionar unos mecanismos de autodefensa, de autoprotección.

Sin ánimo de querer entrar en detalles, dado que lo hemos explicado reiteradamente, la banca española empezó a utilizar dos vías que le permitían no contabilizar adecuadamente el impacto inmobiliario en sus cuentas, en un intento de diluirlo en 10 años o más.

1-. Por una parte, la adjudicación de inmuebles por créditos, posibilitada por la ausencia de la obligación contable de contabilizar los inmuebles adjudicados a precios de mercado.

2-. Por otra parte, la refinanciación de créditos dudosos, evitando así cualquier obligación de dotación de mora que establece el calendario del Banco de España, y estableciendo únicamente unas provisiones voluntarias, las subestándar, que se han caracterizado por una total discrecionalidad.

El problema que ha tenido este proceder de la banca es que no es neutro para la economía, ambos mecanismos tienen un efecto común, alargan la crisis económica, perjudicando especialmente a empresas y clase media.

Ante esta situación, nada nuevo dado que crisis inmobiliarias en el mundo ha habido muchas; la reacción de la banca era previsible. Al fin y al cabo, banco en que se muestre un fuerte desfase patrimonial, banco en que la cúpula tiene que irse.

Los órganos de dirección bancarios han intentado demorar el impacto inmobiliario, en un intento de perpetuarse. Aquí es donde la entidad supervisora de los bancos, el Banco de España, tenía que haber actuado. Su obligación era la de poner coto a los bancos, y obligarles a que éstos mostraran en todo momento su situación patrimonial real. Hay diversas explicaciones de por qué no lo ha hecho, posibilitando esta especie de solución lenta para la banca, que van desde el hecho de tener cierta corresponsabilidad en la formación de la burbuja inmobiliaria, hasta el agravante de la progresiva politización de un ente de carácter eminentemente técnico. Sean cuales sean las razones últimas, la realidad es que el Banco de España no puso firmes a los bancos.

Saltado el Banco de España, sólo quedaba una instancia: el Gobierno. Era éste además quien tenía que ser más consciente de que, demorando la solución de los bancos, se alargaba la crisis inmobiliaria. Tenía los precedentes de todos los países que habían tenido una burbuja inmobiliaria en el 2007, Irlanda, EEUU e Inglaterra. Todos ellos, sin excepción, habían capitalizado a sus bancos en los años 2008 y 2009, aplicando la solución ortodoxa a toda crisis de índole inmobiliaria.

Es preferible, y sobre todo ético y honesto, sacrificar a aquellas deficientes cúpulas bancarias que han puesto a sus entidades en verdaderos apuros, que no a la economía de todo un país. No se sabe exactamente por qué pero ni un Gobierno ni el otro posterior han cuadrado a la banca.

Existen muchas teorías del por qué no lo han hecho, que no nos compete a nosotros analizar. Pero, evidentemente, no lo han hecho y todas las reformas bancarias que han emprendido los Gobiernos, todas, se han debido a presiones de los mercados financieros, no se han hecho de modo propio. Es toda una suerte que el lobby bancario español no tenga ningún peso ni capacidad de influencia en los mercados financieros internacionales. Cuando se analice este hecho con retrospectiva histórica va a ser muy difícil de explicar. Han sido los mercados los que han forjado una solución, sin ellos estábamos abocados hacia una crisis a la japonesa.

Sólo en una cosa estaban de acuerdo el colectivo de indignados y la banca española: en que no se recapitalizara la banca. Unos porque creían que poner dinero en los bancos era malgastarlo, lo cual sólo es cierto si el dinero se pone antes de haber mostrado el desfase patrimonial, como se ha venido haciendo estos últimos cuatro años. Poner el dinero después de haber mostrado el desfase patrimonial no es malgastarlo. No sólo no se va a perder sino que muy probablemente este inversor público de “último recurso” gane dinero con ello. Recordemos también que no se salva a los bancos, sino a sus depósitos. Los banqueros susceptibles de ser intervenidos coincidían en que no les recapitalizaran aunque por un motivo muy distinto: para conservar su puesto pese a haber sido una genérica pésima gestión.

Los tres grandes errores de la banca en todo este proceso han sido:

1-. Por una parte, ser corresponsables de la generación de la burbuja inmobiliaria, movidos por criterios cortoplacistas de los resultados de un año en detrimento del largo plazo. Los bancos se han puesto en riesgo por su estrategia a corto plazo. ¿Tendrán los bonus que se pagan en función de los beneficios de un solo año algo que ver con esto?

2-. Por otra parte, su segundo gran error ha sido el de posponer su necesario ajuste y no aflorar su verdadera situación patrimonial desde el mismo momento de su generación. Esta política ha perjudicado al conjunto del país.

3-. Su tercer gran error ha sido el de efectuar emisiones para capitalizarse de diferente forma: en acciones, preferentes, convertibles y subordinadas, tras haberse iniciado la crisis inmobiliaria. La pregunta va a ser espinosa de responder: ¿Conocían los clientes de estos bancos, reconvertidos en inversores, la auténtica situación patrimonial de los bancos en el momento en que compraron estas emisiones?

b) La forma en que se ha efectuado el rescate

El pasado sábado, tras la solicitud formal del rescate por parte del Gobierno, se ha establecido la forma en que va a efectuarse el rescate de los bancos, con un préstamo del Fondo de Rescate al FROB, y se ha estimado una magnitud de 100.000 millones de euros. Se trata de un rescate perfilado, se deja el dinero con un fin en particular: el de recapitalizar la banca española.

La forma articulada de préstamo al FROB no es mala, si bien hubiera sido mejor una capitalización directa de los bancos españoles por el Fondo de Rescate Europeo, dado que en ese caso no habría computado como deuda pública española. De todas formas, es totalmente comprensible esta actuación del Fondo de Rescate, dado que si estuviéramos en su lugar exigiríamos, al 100%, que no se registrara ningún desfase patrimonial nuevo con posterioridad a la capitalización de las entidades, lo cual es muy difícil de garantizar con una auditoría tan rápida que no tiene tiempo material de efectuar un trabajo de campo. Haciéndolo vía FROB, cualquier desfase posterior iría a parar al FROB, con lo cual se asegura la corresponsabilidad del Estado en la misma.

El hecho de que los fondos de rescate sean europeos asegura una tutela del proceso de reestructuración bancaria española por la Comisión Europea, el BCE y el FMI. Esto constituye una garantía de que el proceso será transparente, y sobre todo de que no se producirán más demoras en mostrar los desfases patrimoniales.

El importe exacto de la recapitalización que necesita el conjunto del sistema bancario español, y el nombre de las entidades bancarias rescatadas e importe que cada una vaya a necesitar, se conocerá en unas semanas.

c) Los efectos del rescate de los bancos españoles

El rescate tiene numerosos efectos, siendo los más importantes los siguientes:

1-. Sobre la crisis económica en España: constituye el inicio del fin de la crisis en España. Va a durar todavía mucho tiempo, pero por lo menos se trata de la primera medida realmente efectiva.

2-. Sobre los precios de los inmuebles: debería aumentar, en los próximos meses, la rapidez de la caída de los precios de los inmuebles en España, hasta ahora muy lenta de alrededor de un 7% anual. Cuando el precio de los inmuebles se haya estabilizado será realista hablar de que el consumo pueda recuperarse.

3-. Sobre el crédito: si se capitalizan los bancos más allá del quebranto que puedan tener, aumentará su capacidad de otorgar crédito. Y si se acaban las políticas de refinanciación de créditos dudosos, las empresas sanas dispondrán de mayor financiación para sus ventas. Aumentará pues el crédito disponible, condición necesaria, si bien no suficiente, para la recuperación económica.

4-. Sobre la deuda pública: en principio no es tan bueno como podría haber sido, dado que el rescate europeo constituye un mayor importe de deuda pública. En cualquier caso, aún así, se han resuelto dos incógnitas muy importantes: en primer lugar, la cifra de rescate bancario que se necesita, que aunque pueda ser finalmente superior está acotada. En segundo lugar, la forma de financiación, vía rescate europeo. Dada la financiación que otorga el Fondo de Rescate Europeo y la asequibilidad de sus tipos de interés, debería reducirse la prima de riesgo de la deuda española. No tendrá la reducción drástica que hubiera tenido de haberse capitalizado directamente, pero aún así debería reducirse en unas semanas. El ratio de deuda pública sobre el PIB va a situarse en torno a la media de la zona euro, y no muy por encima. 

5-. Sobre las bolsas: se trata de una buena noticia, que debería complementarse en las próximas dos semanas con la publicación de la cifra definitiva de la auditoría, que fijará las necesidades para cada entidad bancaria, y con las elecciones griegas del próximo domingo. Si durante el mes de junio las noticias son positivas, como esperamos, quedará el camino despejado para las bolsas, incluso para la bolsa española.

6-. Sobre las acciones de los bancos domésticos españoles, los que tienen la mayoría de negocio en España: persistimos en nuestra recomendación mantenida durante años de no comprar ni una sola acción. Nadie acudirá en auxilio de los accionistas de aquellas entidades que necesiten recapitalizarse. Soportarán el peso de los desfases patrimoniales que puedan ponerse de manifiesto. No invertir en ningún banco doméstico hasta que no se conozca la magnitud de su problemática individualizada.

7-. Sobre la zona euro: es una buena noticia más. La tendencia a más poder de la zona euro y menos poder de los países es imparable. La Comisión Europea está adquiriendo competencias que nunca antes había tenido y está aumentando su dimensión política. Estamos asistiendo a la forja de la zona euro, principalmente en lo que a supervisión y control bancario se refieren, y a la armonización de la política fiscal. Esta armonización, que era la pata que faltaba al euro desde su creación y que seguramente hace 12 años era impracticable, se está constituyendo a un ritmo frenético. ¿Quién dicta ahora las directrices fiscales en los países del sur de Europa? La Comisión Europea sugirió a España que subiera el IVA. Veremos cómo acaba sucediendo.

8-. Sobre el euro: aunque puede proporcionar cierta fortaleza de corto plazo, continuamos pensando que seguirá debilitándose contra otras divisas, como por ejemplo el dólar norteamericano.