Estados Unidos ha comenzado a perfilarse nuevamente como un importante productor de petróleo. Las nuevas tecnologías permiten a las empresas obtener gas natural, GNL y petróleo de esquisto, lo cual reducirá la importación de crudo en el futuro. La producción petrolera estadounidense ha aumentado un 18% durante el pasado año, y la independencia energética del país de cara a 2030 parece factible.
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