En el nombre del inversor

jaime
Máximo García

En el mundo de la operativa con fondos siempre ha existo una máxima: menos es más. La eficiencia se mide en obtener el máximo rendimiento con el mínimo esfuerzo. Este mínimo esfuerzo consiste en operar de forma agregada y con estructuras cuanto más ómnibus, mejor. En esa dirección han trabajado todos los directores de operaciones de cualquier entidad con cierta escala. Todo esto está bajo seria amenaza con la nueva regulación. La redefinición comercial tras Mifid, la trazabilidad operativa y la identificación del inversor en toda la cadena pasa a ser primordial. Es el daño colateral creado por la inflación regulatoria, uno de los más obvios costes directos de los que la gente habla en nuestra industria. El efecto de una preocupación regulatoria que lejos de quedar totalmente resuelta, generará problemas nuevos. Es una amenaza que en proveedores como nosotros se convierte en una ventaja fundamental, un aliado inesperado en tiempos de incertidumbre, un ladrillo más construyendo el caso de la externalización.

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