El descenso de los tipos de interés y el carácter persistente de la volatilidad, en un contexto de incertidumbre y de riesgo elevado, complican la labor de los gestores de carteras, quienes deben basar en certezas sus decisiones de inversión y gestionar activamente el riesgo de mercado. La inmensa mayoría de los inversores se enfrentan a una amarga constatación: a pesar del repunte de las bolsas iniciado en marzo de 2009, las carteras de valores mobiliarios no han recuperado el nivel previo a la crisis. Por ejemplo, una cartera compuesta por un 40% de renta variable y un 60% de renta fija ha retrocedido un 8,5% en el periodo comprendido entre octubre de 2007 y octubre de 2011 (índice LPP 40 de Pictet), mientras que una cartera con proporciones inversas presenta un retroceso del 19,5%. Habría sido necesario contar con un 75% de renta fija para que la cartera mantuviera su valor inicial (sin tener en cuenta los gastos de gestión o la imposición sobre los dividendos).
En estos tiempos turbulentos se impone una gestión activa de convicción

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