"Engañarles como a chinos" nunca ha sido una opción

Cuando Marco Polo llegó a lo que hoy es China, en el siglo XIII, a través del trueque adquirió con extrema facilidad (o eso pensaba él) todo tipo de bienes. Ese es el origen de la frase popular más estúpida de la historia: “engañar como a un chino”. Parece que la arrogancia occidental ha llevado a muchos políticos a intentar precisamente eso en varias ocasiones y al igual que estoy convencido le ocurrió a Marco Polo, les ha ocurrido a los políticos contemporáneos.

Primero, desde EEUU se ha intentado presionar a China para revaluar su divisa en un fuerte y repentino movimiento. China por supuesto, continúa con el proceso de revaluación lento pero constante que les permite mantener un equilibrio entre su sector exterior y lo que más les importa, que es el incremento de la capacidad adquisitiva de su clase media.

Recientemente, Merkel y Sarkozy han intentado otra vez “engañarles como a chinos”, montando y preparando un plan de recapitalización de los gobiernos y las entidades financieras europeas que, tecnicismos y detalles aparte, se basa en conseguir que fondos soberanos e inversores institucionales nos recapitalicen. Con ese objetivo, se ha preparado un vehículo especial (SPV) a través del cual esos posibles inversores compren algo que ni nosotros sabemos exactamente qué es: la deuda europea.

Quizás parezca un poco extremo que alguien que se dedica a esto reconozca que no sabe qué es la deuda europea, pero es la mezcla de cosas tan diferentes, que realmente el inversor de fuera, no puede saberlo. ¿Son los tan demandados bonos alemanes, los detestados bonos griegos, los inestables bonos españoles e italianos? No. El problema es que es una mezcla de todas esas cosas y por tanto, que no existe un mercado de bonos europeo como tal.

China está deseando diversificar los 3,2 billones de dólares que tiene en reservas de divisa extranjera. Actualmente un 75% de dichas reservas está invertido en dólares americanos y tan sólo un 16% en euros. Por esa razón, China está deseando comprar euros, pero lo harán como siempre: a su ritmo. ¡Ah! y por supuesto, no les “engañarán como a chinos”. Ya han manifestado su interés en esas inversiones, si por ejemplo Alemania avalara la deuda con sus reservas de oro (Merkel se niega, ¡claro!) o hubiera alguna garantía clara. Se podrá reducir deuda e infundir confianza al mercado sobre la frágil situación de la eurozona, pero el sentimiento del gobierno chino, una vez más, cambiará de forma pausada.

La eurozona y el euro saldrán de esta crisis sólo cuando consigan “dinero nuevo” y, si ese dinero tiene que venir de China, antes habrá que montar un mercado de bonos único. Es mucho lo que se ha hablado sobre el eurobono y los intereses de los diferentes países miembros chocan en este punto, pero realmente, los detractores son sólo dos: Merkel y Geithner, o lo que es lo mismo, el que tendría que avalar deuda de algunos países que hasta ahora no han cumplido y el emisor de los bonos que China vendería para comprar los europeos, otra vez más. En el momento que Merkel se dé cuenta de la necesidad de “dinero nuevo”, seguro que habrá algún modo de implementar el eurobono y de poner de acuerdo a todas las partes, pero no nos engañemos, eso es una solución con unos tiempos más largos de los que exige hoy el mercado, con Italia y España financiándose al 7%.

Un buen negocio es aquel que resulta beneficioso para todas las partes. En lo que a China respecta, espero que desde Europa no se vuelva a intentar “engañarles como a chinos”. La Eurozona necesita el capital que tiene China, y China necesita diversificar sus reservas. ¡Hagamos por una vez un buen negocio!