Estados en trilema

2015
cedida

TRIBUNA de Yves Longchamp, jefe de investigación de Ethenea. Comentario patrocinado por Ethenea Independent Investors.

Por las propias vacaciones en el extranjero, sabemos que un tipo de cambio puede favorecer decisiones de compra o ir en contra de las mismas. Esto es igual de válido, a una escala mucho mayor, cuando se comercian mercancías, productos y servicios entre socios comerciales por todo el mundo y atravesando espacios monetarios. En el mundo existen actualmente unas 160 monedas oficiales. El volumen de comercio mundial de bienes y servicios ascendió a aproximadamente 24.000 millones de dólares estadounidenses en 2014. Estos flujos comerciales se ven influidos en gran medida por los tipos de cambio vigentes. ¿Qué objetivos persiguen los estados cuando toman decisiones geopolíticas que, como es natural, deben favorecer el comercio y la economía?

Todos los estados persiguen los mismos tres objetivos: un tipo de cambio fijo, la libre circulación de capitales y una política monetaria independiente. Al mismo tiempo, entran en un conflicto de objetivos, ya que solo pueden alcanzar dos de esos tres objetivos. Por tanto, se encuentran en un trilema. Los economistas lo llaman el trilema del régimen de tipos de cambio. Si los estados se decantan por un tipo de cambio fijo, fomentan a su vez el comercio. Para permitir un uso eficiente del capital, deben optar por la libre circulación de capitales. Y por último, pero no menos importante, es indispensable una política monetaria independiente para que los bancos centrales nacionales puedan crear las condiciones marco geopolíticas de acuerdo con las necesidades de su economía interna. ¿Existe escapatoria del trilema?

Si se observan los espacios monetarios mundiales, el trilema no se ha manejado siempre del mismo modo: la zona euro, por ejemplo, apuesta por un tipo de cambio estable y la libre circulación de capitales. No obstante, esto solo es posible renunciando a la independencia político-monetaria nacional, ya que solo esto permitiría una unión monetaria, es decir la moneda única, el euro. En China, la decisión se ha tomado a favor de un tipo de cambio fijo y una política monetaria independiente. Por contra, se ha tenido que renunciar a la libre circulación de capitales. A causa de los enormes superávits comerciales de China, se ha producido un incremento masivo de las reservas de divisas.

En épocas favorables se puede convivir bien con el trilema. Sin embargo, en épocas difíciles el objetivo no alcanzado del trío comienza a arrojar sombras. Por ejemplo, la crisis del euro puso claramente de manifiesto que una política monetaria unitaria (renunciando a una política monetaria nacional independiente) muestra sus limitaciones cuando existen grandes diferencias entre los miembros de una unión monetaria. En el punto álgido de la crisis del euro, la continuidad de la moneda única estuvo en el centro de las discusiones, ya que sin unión monetaria Grecia podría haberse devaluado por su cuenta para volver a levantar su economía. Así pues, el euro es realmente caro para los países periféricos, aunque relativamente débil para los países exportadores de la unión. En el ejemplo de China también quedan patentes los límites del trilema. La combinación de salidas de capitales y la disminución de reservas de divisas son síntomas de ello. Como fábrica mundial, China ha acumulado una gran cantidad de reservas de divisas durante años. Ahora, la segunda economía del mundo tropieza y las reservas de divisas se funden para respaldar la moneda y la economía y detener las salidas de capitales.

Con el actual entorno macroeconómico, se ponen a prueba decisiones geopolíticas y su influencia en el tipo de cambio. Un crecimiento débil, unos precios bajos de las materias primas y un dólar fuerte son los retos que deben superar actualmente los estados. El trilema del régimen de tipos de cambio determina además qué medios están a su disposición.