Esta propuesta regulatoria europea podría transformar los productos y servicios que ofrece el sector financiero, reconfigurar el tablero competitivo y abrir la puerta a nuevos jugadores.
COLABORACIÓN de Blanca Jiménez Anabitarte, socia EY-Parthenon Sector Financiero, y Paulo García, socio EY Tecnología y Datos, EY.
Es FiDA una regulación más o podría ser el detonante de una transformación en las dinámicas competitivas en el sector financiero? Esta es la pregunta que muchos directivos de entidades bancarias, aseguradoras y gestoras se hacen cuando hablan sobre el Reglamento de Acceso a Datos Financieros, FiDA (Financial Data Access). Un acrónimo que, aunque sigue siendo todavía un gran desconocido para la mayor parte de los ciudadanos europeos, podría transformar los productos y servicios que el sector financiero pone a su disposición.
Cuatro letras que podrían redefinir la industria financiera tal y como la conocemos. Es importante destacar que hablamos de un potencial transformador, no de una certeza absoluta de que cambiará el modelo. La capacidad efectiva de esta regulación para transformar el sector financiero dependerá de los movimientos estratégicos de los diferentes actores: entidades incumbentes, nuevos entrantes y grandes tecnológicas.
Reducción de las barreras de entrada
Su éxito radicará en su habilidad para construir una propuesta de valor que incentive a los clientes a compartir sus datos a cambio de ofertas que se ajusten a sus necesidades. Esto de manera implícita podría reducir las barreras de entrada para nuevos jugadores en el exclusivo terreno de juego de los servicios financieros, aumentando significativamente la competencia. Con FiDA, Europa avanza hacia el concepto de open finance o finanzas abiertas, cada vez más de moda en los círculos financieros. Aunque este concepto dio sus primeros pasos con la normativa PSD2, que regula el open finance para los pagos, sigue siendo un concepto difuso que abarca diversos modelos de negocio y múltiples casos de uso asociados.
La previsible aprobación de FiDA en las próximas semanas obligará a los bancos, compañías aseguradoras, mediadores de seguros, entidades de pago y gestoras a compartir los datos de sus clientes en tiempo real (con la excepción de algunos productos que contienen datos especialmente protegidos) con terceras entidades siempre bajo la solicitud y consentimiento del cliente. Si la entidad receptora gestiona estos datos de manera audaz podrá ofrecer productos y servicios hiperpersonalizados a los clientes.
El dilema del prisionero
Por lo tanto, esta regulación podría representar una amenaza para aquellas entidades que no aprovechen sus ventajas y no empiecen a desarrollar estrategias adecuadas para convertir un mandato normativo en una oportunidad de negocio. Podríamos pensar que las entidades incumbentes se enfrentan a un dilema similar al del prisionero: si ninguna se mueve parece que el tablero de juego se debería mantener en su status quo actual. Sin embargo, si una de ellas realiza un movimiento estratégicamente exitoso, podría cambiar el juego por completo, logrando incluso un jaque mate.
A este escenario se suman los movimientos que puedan hacer los nuevos actores. Las llamadas tech (fintech, insurtech, wealthtech, y bigtech) pueden aprovechar esta normativa para impulsar su negocio, ahora que cuentan con uno de los activos más valiosos para triunfar en el sector: los datos, y en tiempo real. Sirva como ejemplo que este potencial tsunami de datos liberados y disponibles en el mercado abierto permitiría a las tech poder entrenar, calibrar y ajustar modelos de inteligencia artificial con la misma precisión que las entidades financieras tradicionales en un corto espacio de tiempo, generando así un número significativo de contendientes en el mercado.
Dos posturas ante la transformación
Ante esta transformación, nuestro papel como asesores de diversas tipologías de entidades en Europa nos está permitiendo observar dos posturas. Algunas entidades, tanto grandes como pequeñas, comienzan a reflexionar sobre lo que FiDA puede aportarles en función de sus capacidades operativas actuales. Otras, en cambio, esperan a conocer los movimientos del mercado. Aunque esperar es una posición válida, como en el dilema del prisionero, esta actitud implica dejar la futura posición competitiva en manos de otros jugadores.
FiDA llega, además, en un entorno de modelos digitales en los que, como nos gusta decir a los consultores que a menudo adoptamos anglicismos, the winner takes it all. Esto significa que el primero en llegar se queda con gran parte del mercado, dificultando que los siguientes jugadores logren un posicionamiento competitivo sostenible.
Una opción: actuar antes que el contrario
Reflexionar sobre FiDA exige ir más allá del mero cumplimiento normativo y considerar estrategias de negocio, estrategia de gestión de datos e infraestructura tecnológica. FiDA puede representar un gran reto, pero también es una significativa oportunidad para aquellas entidades del entorno financiero que, con luces largas, audacia y visión global, sean las creadoras del nuevo entorno competitivo.
Si los cambios serán profundos o si se tratará de una regulación más, solo el tiempo lo dirá. Lo que es seguro es que, ante una regulación de esta magnitud, las entidades financieras solo tienen una opción: actuar antes que el contrario. No hacer nada podría poner en riesgo su posicionamiento competitivo y destruir gran parte del valor generado