Fintech: El reto de los servicios financieros

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TRIBUNA de Rosa M. Mateus, senior manager en España del CISI (Chartered Institute of Securities and Investments).

Es incuestionable el impacto que la innovación y las nuevas tecnologías tienen en nuestro día a día, tanto a nivel personal como profesional y es abrumadora la velocidad de cambio y adaptación al entorno requerida.

El fintech es un movimiento revolucionario que apareció hace relativamente poco tiempo y que sin duda se está abriendo paso ligero en el sector. Aglutina a las empresas que prestan servicios financieros a través de la tecnología, según las necesidades del mercado, que van desde la banca online, negociación de mercados, asesoramiento financiero, mercado de divisas y cumplimiento hasta el big data y la gestión de criptomonedas, como el bitcoin. El Banco de España es el encargado de regular y supervisar el correcto funcionamiento de estas empresas. La banca tradicional, a pesar de haber percibido estas empresas en un principio como competidores, cada vez está colaborando más con ellas, para ampliar su cartera de servicios, posicionándose claramente a favor de la transformación que promueve el fintech e invirtiendo en programas de formación para sus empleados.

En solamente tres años este mercado a nivel global ha crecido el 48% y España es a día de hoy el sexto país en Europa en financiación alternativa.

Uno de los grandes desafíos para las empresas al convertirse en digital es la agilidad, que será el primer activo para una empresa, al tener que responder a las demandas de los clientes con rapidez, adoptando nuevas tecnologías a medida que evolucionan.

La transformación digital no es sólo una cuestión de tecnología, estamos hablando de personas, procesos y cambios culturales. Ello implica hacer un uso óptimo de la información, que permita la prestación de servicios personalizados y dinámicos a través del conocimiento de los clientes, de adecuar la cultura existente para que la organización pueda gestionar el riesgo desde un punto de vista normativo, lo que requiere un capital humano con talento, formado y con experiencia en una variedad de áreas especializadas y la adaptación constante al mercado cambiante.

Así es como una nueva generación de empresas está reinventando el sector de los servicios financieros.

Desde la crisis de 2008, los gobiernos juntamente con los reguladores han dirigido sus esfuerzos a hacer más seguro el sector de las finanzas, dándole máxima prioridad al cumplimiento normativo, con el fin de proteger a los clientes que operan a través de asesores particulares o corporativos o que incluso gestionan a nivel privado su economía e inversiones.

El mayor efecto de la revolución fintech será reducir costos y mejorar la calidad de los servicios financieros. Esto supondrá un cambio dramático en el sector, que será equiparable a cualquier cambio importante que haya podido efectuar el regulador en el pasado.

¿Cómo afecta este movimiento a la dimensión ética que conlleva su aplicación al sector financiero? A nivel individual, deben ser establecidas las obligaciones y responsabilidades profesionales de los diversos agentes participantes y los requerimientos éticos que éstos deben cumplir. A nivel colectivo, se deben fijar adecuadamente los precios y agilizar los intercambios entre las partes por medio de un mejor conocimiento del cliente y de los servicios prestados, para transmitir credibilidad y generar entre los usuarios la confianza necesaria para que éstos elijan seguir operando a través de estos mecanismos.

La actividad financiera tiene una dimensión ética indiscutible, que es preciso reconocer y potenciar. La legislación, la autorregulación, la creación de mecanismos y estructuras favorables a las buenas prácticas son siempre elementos que hay que fomentar.

La ética es el mejor vehículo para generar un clima de confianza en el sector y para que la actividad financiera, en sus diversas prácticas y manifestaciones, se pueda desarrollar y contribuir al bien común y al progreso económico.