Ha llegado el momento de los FILPE

Paloma Fierro
Paloma Fierro. Fuente: Cedida (Linklaters)

TRIBUNA de Paloma Fierro, socia de Linklaters.

Ya está aquí la reforma del Reglamento (UE) 2015/760, de fondos de inversión a largo plazo europeos (FILPE). Esta reforma, (también conocida en el mercado con las siglas inglesas ELTIF 2.0) se aprueba con la intención de hacer de los FILPE un tipo de vehículo más atractivo y fomentar su uso, puesto que desde su creación en 2015 y hasta la fecha únicamente se han constituido 84 FILPE en la Unión Europea de los que solo dos son españoles. Estas cifras son, a nuestro modo de ver, muy mejorables.

La filosofía de los FILPE cuadra perfectamente con la estrategia europea de canalizar la inversión privada hacia sectores productivos con impacto social positivo. Aunque no necesariamente formen parte de las categorías ESG, los FILPE buscan inversiones con vocación de permanencia en empresas en crecimiento o activos reales con valor intrínseco, y pueden fácilmente encajar en estrategias de artículo 8 o 9 de SFDR si se diseñan con ese fin.

Principales cambios

Hay varios elementos de la norma que van a flexibilizarse para hacer más interesante el formato FILPE. En primer lugar, el universo de activos invertibles va a ampliarse en varios puntos:

  • Se eleva de 500 a 1.500 millones de euros la capitalización de mercado máxima de una empresa cotizada para poder invertir en su capital o deuda.
  • A fin de capturar el sector fintech, también se permitirá invertir en empresas del sector financiero, hasta ahora vedadas, siempre que tengan menos de cinco años de existencia.
  • Se amplían asimismo las posibilidades de invertir en otros fondos, que incluirán ahora también a los UCITS y FIA con gestión y domicilio en la UE que tengan inversiones en activos elegibles para FILPE.
  • Titulizaciones y bonos verdes entran en el listado de posibles activos en cartera.
  • Se aligeran los requisitos de la inversión en activos reales. Hasta ahora se exigía que se justificase cómo estos activos contribuían a objetivos de crecimiento a largo plazo. Esta expresión se ha simplificado para únicamente requerirse que sean activos con valor “intrínseco”, lo cual abre la puerta a muchas clases nuevas de inversión.

Otras modificaciones que merecen una mención son las que se refieren a los coeficientes de diversificación: (i) el límite de inversión en instrumentos emitidos por una misma empresa, en un mismo activo real o en un mismo fondo se eleva hasta del 10% al 20% (que puede obviarse en los casos de fondos que vayan a comercializarse solo a profesionales), y (ii) el conjunto mínimo de la cartera que ha de invertirse en activos elegibles pasa del 70% al 55%, dejando así más margen para inversiones alternativas.

Por otra parte, el acceso a los inversores minoristas va a facilitarse. Se eliminan muchos de los requisitos específicos que existían y el proceso se alinea más con las normas generales de MiFID a este respecto. También se prevé por primera vez la creación de estructuras master-feeder, que otorgarán mayor flexibilidad al mercado a la hora de configurar las estrategias de comercialización.

Con todo, el sello FILPE gana enteros para convertirse en un plato habitual en el menú de la inversión colectiva europea. Muchos gestores en España y otros países ya están interesándose por este modelo y creemos que no se tardará mucho en ver nuevos FILPE en el mercado.