La Fed deberá tomar las riendas para evitar una crisis del dólar

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TRIBUNA de Philippe Setbon, director general de Groupama AM. Comentario patrocinado por Groupama AM.

La Reserva Federal Americana (Fed) lleva preparando a los mercados para la fase de normalización de su
política monetaria desde el mes de mayo de 2013. Tres años más tarde, los tipos sólo se han subido una vez, y en 25 puntos básicos, en diciembre de 2015. ¿Y, eso es todo?

Salir de un periodo de política monetaria no convencional no puede hacerse ni de manera lineal, ni sin riesgo.
Por lo tanto, la cuestión principal no es cómo y cuándo salimos, sino si el banco central mantiene el control de sus opciones, decisiones y timing y por lo tanto la confianza de los mercados, que no debe en ningún caso perder.

En el último FOMC (Comité Federal de Mercado Abierto) de junio, la Fed decidió no subir sus tipos de
interés; una decisión idéntica a la del pasado mes de marzo, pero contraria a la del otoño de 2015 o los meses de abril – mayo 2016. Durante varios meses, los discursos y anuncios de la Fed parecen ir menos seguidos en el tiempo de acciones efectivas.

Así, los temas evocados por la Fed en los últimos nueve meses se han alternado con regularidad. A mediados
de septiembre de 2015, la Fed insistió en los riesgos internacionales; a finales de septiembre de 2015, la Fed
dio marcha atrás anunciando una subida de los tipos; a mediados de octubre de 2015, mostró una gran brecha
entre los banqueros centrales en el análisis de la estabilidad financiera; en enero de 2016, la preocupación
relacionada con una inflación sosteniblemente baja volvió a aparecer; en marzo de 2016, señaló las
incertidumbres sobre el Dólar y los precios de las materias primas; en abril de 2016, estaba menos preocupada
por el entorno internacional y financiero y reconocía las positivas evoluciones en el mercado laboral; por
último, en junio, el FOMC capituló en parte sobre la idea de un new normal y de una productividad
sosteniblemente baja.

Sin lugar a dudas, después de un largo período de inyección de liquidez en todo el mundo, de muy bajos tipos
de interés, de reequilibrios a nivel internacional, la función de reacción de la Fed está evolucionando y debe
adaptarse a este nuevo entorno. En un mundo globalizado, el primer banco central del mundo debe incorporar
variables que no sean sólo domésticas; La presidenta, J. Yellen, es plenamente consciente.

Sin embargo, en su comunicación, no puede dar la impresión de que toma decisiones sobre la base de los datos
publicados y haciendo referencia de manera regular a las nuevas variables económicas y financieras (China,
dólar, mercados, productividad...).

Traducción de todo esto: la brecha entre las expectativas del mercado (derivadas de los Fed Funds futures) y las de la Reserva Federal tienden a aumentar con el tiempo. ¡Los mercados ya no se adhieren a las previsiones formuladas por el FOMC!

Mientras que los balances de los distintos bancos centrales se han multiplicado por tres o cuatro en los últimos
años, no puede haber ruptura de confianza o incluso de inflexión en la credibilidad de estos mismos bancos
centrales, con la Fed a la cabeza. Esto provocaría finalmente una crisis de confianza en el dólar, moneda de
reserva mundial.

La Fed no puede continuar por ese camino. Debe mejorar en gran medida la visibilidad, no sobre lo que va a hacer, sino en sus criterios de decisión. Debe recuperar el control y no dar la impresión de que se ha convertido en dependiente del mercado. De ello depende el mantenimiento de los grandes equilibrios internacionales y del éxito de las políticas no convencionales.