La renta fija sostenible más allá de los bonos verdes

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La sostenibilidad ha pasado de ser una inversión de nicho a convertirse en una tendencia transversal cada vez más presente en las carteras de los inversores. En el marco de las inversiones de impacto, uno de los activos con mayor recorrido y más conocido son los denominados bonos verdes.

Los bonos verdes son emisiones cuyo único objetivo es la financiación de proyectos o actividades verdes relacionadas con el cuidado del medioambiente o la lucha contra el cambio climático. Es decir, los fondos recaudados a través de estos bonos deben ir necesariamente destinados a la financiación de proyectos que contribuyan positivamente a la conservación del medioambiente. Estos instrumentos están regulados por los Principios de Bonos Verdes (GBP, por sus siglas en inglés) que buscan promover la integridad de este mercado a través de una serie de pautas en términos de reporting y trasparencia.

En esta misma línea, se han desarrollado otras iniciativas como los Principios de Resiliencia Climática que buscan garantizar la calidad de aquellos proyectos cuyo objetivo sea el favorecimiento de la resiliencia climática, entendiendo como tal la capacidad del medioambiente de hacer frente a los efectos provocados por el cambio climático, mientras se conservan los componentes originales y necesarios del mismo. Bajo este marco, se ha lanzado recientemente, un primer Climate Resilience Bond emitido por el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (ERDB, por sus siglas en inglés) por un volumen de 700 millones de USD. Los fondos recaudados están destinados para la financiación de los futuros y actuales proyectos (infraestructuras, operaciones comerciales, agricultura, o sistemas ecológicos) del ERDB en materia de resiliencia climática. 

No obstante, cuando hablamos de sostenibilidad debemos hacerlo en su más amplio sentido, sin quedarnos, únicamente, en el ámbito medioambiental. Esto supone tener en cuenta cuestiones de índole social y de buena gobernanza.

Centrándonos en el universo de activos sostenibles de renta fija, vemos como cada vez la oferta de estos instrumentos es mayor y más variada, dando lugar a una serie de productos ligados de diferente manera a la sostenibilidad.

En la actualidad podríamos identificar, además de los ya citados bonos verdes, las siguientes tipologías de inversiones: bonos sociales, bonos sostenibles, transition bonds, bonos ligados a los ODS y los sustainability linked bonds.

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En primer lugar, debemos hablar de los bonos sociales. Los bonos sociales son aquellas emisiones cuyo fin es la financiación o re-financiación de proyectos de carácter social y que, al igual que los bonos verdes, se rigen por los Principios de los Bonos Sociales (SBP, por sus siglas en inglés). En este ámbito cabría la construcción de un colegio o de un hospital, la puesta en marcha de un proyecto de inclusión financiera o la financiación de un programa para mejorar la calidad de vida de las personas de la tercera edad.

Tras el desarrollo de los bonos verdes y los bonos sociales, nacieron los bonos sostenibles. Estas emisiones están alineadas tanto con los Principios de los Bonos Verdes como los Principios de los Bonos Sociales. En este sentido, no sorprende que estos bonos se definan como aquellas emisiones cuyo único objetivo es financiar proyectos de carácter verde y/o social. El principal motivo que subyace para la creación de esta nueva categoría es que existen ciertos proyectos en el ámbito social que pueden llevar aparejados beneficios medioambientales y viceversa.

No obstante, fruto de la sobre-demanda del mercado de bonos verdes y las elevadas exigencias impuestas por los GBP, han surgido recientemente los conocidos como transition bonds. Estas emisiones tienen como objetivo financiar actividades que contribuyan de manera positiva a la transición climática, sin necesidad de cumplir técnicamente con los GBP.

Como ya adelantábamos anteriormente, la sostenibilidad engloba mucho más que lo puramente medioambiental y sobre esta línea de argumentación aparecen los Bonos Ligados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Estos bonos vinculan el pago del cupón a la evolución de un índice de renta variable compuesto por empresas que contribuyen positivamente a la consecución de los ODS marcados por las Naciones Unidas. Los ODS son 17 objetivos basados en 169 metas, que tienen como fin lograr un mundo mejor y más sostenible, abogando por la reducción de la pobreza y el hambre, promoviendo el cuidado del medioambiente, una educación de calidad, o la igualdad de género, entre otros.

El Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo emitió un bono de este tipo (SDGs Linked Bond), cuyo retorno estaba vinculado al índice Solactive Sustainable development Goals World MV, un índice que aglutina compañías globales con una contribución significativa en el avance y cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. No obstante, una de las principales críticas de esta tipología de bonos es la dificultad que supone la medición y seguimiento del grado de impacto de estas empresas sobre los ODS.

Por último, surgen los Sustainability Linked Bonds, que, a diferencia de todos los vehículos anteriormente descritos, no destinan los fondos recaudados a proyectos sostenibles, sino que vinculan el nivel de cupón a la consecución de ciertos objetivos de sostenibilidad por parte del emisor. De esta manera, si el objetivo de sostenibilidad especificado en la emisión no se cumple, el emisor paga el cupón inicial acordado más un diferencial. Si, por el contrario, el emisor cumple con el compromiso de sostenibilidad especificado, se mantiene el cupón inicial.

La primera emisión de este tipo de bonos fue lanzada en septiembre de este año por el grupo italiano Enel: la compañía vinculaba el cupón de la emisión con el objetivo de que, al menos, un 55% de su capacidad instalada de energía en 2021 proviniese de energías renovables.

En este punto, también merece la pena señalar, la existencia de préstamos que replican este modelo de bonos, los conocidos como: Sustainability Linked Loans. Del mismo modo, estos préstamos vinculan su tipo de interés a uno o varios indicadores que midan la sostenibilidad del prestatario. Anteriormente se les conocía también como préstamos con “incentivos positivos” (positive-incentive loan, en inglés).

En conclusión, nos encontramos ante un entorno muy dinámico dónde la sostenibilidad está jugando un papel cada vez más significativo. Por este motivo, aún cabe esperar un intenso desarrollo de los distintos productos y estrategias vinculados a la sostenibilidad, de tal manera que el inversor pueda adaptar su cartera de manera más eficiente.