Icíar García-Serrrano explica en qué consiste el préstamos de valores y cómo se lleva a cabo este proceso. Comentario patrocinado por Securities Services BNP Paribas.
TRIBUNA de Icíar García-Serrrano, senior sales & Relationship manager, Securities Services BNP Paribas. Comentario patrocinado por Securities Services BNP Paribas.
Ya lo dijo Aristóteles en el siglo IV a.C.: "La riqueza está en el uso". Esto supone la maximización de los rendimientos de los bienes de que disponemos y el disfrute de los mismos, bien por nosotros mismos o por terceros. En 2022 el mercado de préstamo de valores generó 12 billones de dólares en más de 30 mercados. Este servicio está ya muy consolidado y maduro en Estados Unidos, está creciendo de manera relevante en APAC, y en Europa ya forma parte de la oferta estándar en determinados segmentos de clientes como las bancas privadas, brokers retails y fintech, etc., y se ha incorporado este servicio como parte de los acuerdos legales con los clientes finales.
Hasta ahora, el préstamo de valores estaba reservado al segmento institucionales y fondos, excepto en España, donde los fondos mantienen unas limitaciones e impedimentos respecto a sus homólogos europeos ya que la normativa quedó atascada hace ya muchos años y no termina de arrancar. A día de hoy hay una tendencia clara para extender el préstamo de valores a segmentos de clientes minoristas. Para las entidades de banca privada y brokers retails, la incorporación de este servicio permite competir con otros actores globales, además de atraer activos y ser una fuente de ingresos adicionales, en un mercado sin duda muy competitivo y donde hay un incremento en la presión sobre los márgenes cada día más estrechos. Para los clientes finales y propietarios de los títulos, los beneficios de este servicio pueden canalizarse bien vía unos ingresos directos de estos préstamos o vía descuentos en otros servicios (brokerage entre otros).
El préstamo de valores orientado al segmento de clientes minorista, se realiza mediante la cesión a corto plazo de los títulos, tanto renta fija como renta variable y permitiendo que otras instituciones tomen esos activos y cubran sus necesidades puntuales. Los tomadores del préstamo pagan un fee y los propietarios de las posiciones obtienen un ingreso extra que permite mejorar la rentabilidad de las carteras y reducir los costes de mantenimiento. Todo ello sin transferencia de la propiedad y manteniendo sus derechos efectivos, como son los dividendos, y con la posibilidad de requerir la devolución de los activos en cualquier momento, de acuerdo con los motivos que el propietario estime adecuados, en consideración con las características establecidas en el proceso de “rellamada”.
Con objeto de llevar a buen término el servicio, es necesario mitigar los diferentes tipos de riesgos legales, operativos e incluso de contrapartida. Para mitigar los riesgos operativos se requiere que todo este intercambio se desarrolle de manera óptima y completamente industrializada, donde los procesos de transferencia de la información de las carteras, traspaso de los títulos, movimientos de garantías y gestión de eventos corporativos se realicen de manera ágil y rápida, con un flujo constante y diario, puesto que el mercado de préstamo, como tantos otros mercados, varía diariamente tanto en su rentabilidad, valoración y en otros parámetros.
Para reducir el riesgo de contrapartida, se establece un intercambio de garantías y colaterales bien en forma de cash o de otros títulos, que son valorados y monitorizados diariamente. Estas garantías que se reciben pueden tener un valor incluso mayor que los títulos prestados y cubrirían potenciales fallos, en línea con las diferentes normativas implementadas con objeto de garantizar la seguridad del sistema tras la crisis financiera de 2008. Todo este servicio queda formalizado en una cadena de acuerdos con los participantes en el servicio y sobre la base del contrato formalizado con el proveedor de los servicios de préstamo que se trata de acuerdo estandarizado en la industria y bien conocido por las instituciones.
Los diferentes procesos operativos se apoyan en algoritmos de intercambio y herramientas digitales que permiten realizar todos estos intercambios de manera absolutamente automatizada, así como dar visibilidad de la operativa a los equipos operativos y sobre todo a los clientes.
Como no podía ser de otra manera hoy en día, el servicio de préstamo de valores, debe estar alineado con las políticas ESG de cada entidad; esto es, incluyendo la posibilidad para el tenedor de los títulos de recuperar sus activos, si así lo desea, para ejercer sus derechos de voto, así como establecer ciertas restricciones o incluso la exclusión de determinados valores y colaterales en línea con los criterios ESG de la entidad.
Uno de los puntos por los que este servicio ha tenido sus detractores es debido a uno de los mitos más extendidos sobre el préstamo de valores, según el cual estos préstamos se utilizan exclusivamente para cubrir posiciones cortas y facilitando la caída del valor de los títulos. Si bien diferentes estudios demuestran que la venta en corto no necesariamente hace caer la cotización de los activos, en muchos casos, al contrario, aumenta la eficiencia y liquidez del mercado.
En cualquier caso, es importante no quedarse rezagado respecto a la competencia global y seguir ofreciendo alternativas a los clientes, analizando las carteras que puedan ser objeto de préstamo, así como los clientes objetivo que por su entendimiento del mercado y con absoluta transparencia puedan estar interesados en este servicio.
Como en tantas otras industrias, podemos observar ciertas tendencias en el préstamo de valores: soluciones financieras B2B2C a la medida de los intervinientes del mercado y que llegan hasta los inversores privados, maximización y utilización puntual y compartida de los bienes siempre escasos, pago por uso para el caso de los tomadores de préstamo, y todo ello en el marco de una normativa y un mercado cada vez más eficiente, transparente y seguro. Sin duda la riqueza está en el uso, y esto implica también aprovechar al máximo las ventajas de tener la propiedad de un bien.