Las secuelas de SVB sobre el venture capital

Jenny Fielding y Scott Hartley
Firma: cedida (Trea AM)

TRIBUNA escrita por Jenny Fielding y Scott Hartley son cofundadores y socios gestores de The Fund, un fondo mundial de capital inicial que ha invertido en más de 250 empresas emergentes. Actualmente también actúan de gestores del fondo Trea US Venture FCR, con domicilio español distribuido por Trea Asset Management.

En los últimos años se ha producido una globalización sin precedentes del venture capital. Tal vez haya sido el efecto Elon Musk el que ha impulsado el interés por la tecnología punta, o tal vez haya sido el entorno de bajos tipos de interés el que ha llevado a muchos a buscar rendimiento en nuevas clases de activos como el venture capital, pero más que nunca, el capital se ha trasladado a Silicon Valley y a la tecnología.

Alrededor del 50% del dinero del venture capital, y de las empresas de nueva creación financiadas con este dinero para cubrir el coste de sus operaciones, se alojaban silenciosamente en el Silicon Valley Bank (SVB). Quienes hayan prestado atención a los mercados mundiales en las últimas semanas sabrán que el fracaso de SVB, que en un principio se consideró un banco comercial regional, fue mucho más profundo de lo que Washington y Wall Street pensaban. Con el 50% del ecosistema mundial de innovación vinculado a los depósitos de SVB, éste no sólo era el decimosexto banco estadounidense, sino también uno de los bancos comerciales más importantes del mundo. Cuando la gente perdió la confianza en él y empezó a retirar dinero, la FDIC, una institución gubernamental estadounidense que asegura los depósitos, tuvo que intervenir para garantizar los mismos.

El respaldo de la FDIC a SVB salvó a miles de nuevas empresas con miles de millones de dólares en riesgo en depósitos no asegurados y, por tanto, cientos de miles de salarios de empleados en los próximos 12 a 24 meses. El Financial Times lo anunció como el rescate de la "pequeña tecnología". De hecho, no se trataba de que el Gobierno acudiera al rescate de Mark Zuckerberg y Jeff Bezos, sino de que intervenía para apoyar la próxima década de innovación en forma de nuevas empresas.

¿Ha pasado la oportunidad de invertir en venture capital?

Con este desenlace se podría pensar que la oportunidad de invertir en venture capital ha pasado. En realidad, al contrario, acontecimientos como la quiebra de SVB crean un entorno anti frágil que hace aún más fuertes a los que están preparados y sobreviven. Las startups reclaman resolver los problemas en los que fracasaron los bancos tradicionales lanzando productos para diversificar la exposición a los depósitos, las dependencias bancarias y la gestión de tesorería. Además, los fondos de venture capital están apostando por aquellas empresas y directores ejecutivos que han demostrado resistencia y capacidad de adaptación a esta situación.

Las réplicas del SVB seguirán repercutiendo en la economía mundial. Por ejemplo, el banco de SVB fue el mayor inversor en la unidad de venture de SVB llamada SVB Capital. SVB Capital es un importante socio comanditario en fondos como Sequoia, Andreesen Horowitz y Accel. Por ejemplo, SVB Capital invirtió 234 millones de dólares en el último fondo de Sequoia, y 173 millones en Andreesen Horowitz. Si estos compromisos no se desembolsan, es probable que se produzca un vacío en la inversión en fases posteriores. Esto conducirá a una reducción de las valoraciones y a mejores acuerdos para los inversores de venture capital.

Una menor demanda de inversión significa una reducción de las valoraciones y una compresión de los múltiplos pagados por los ingresos o la tracción. Esto significa que los mejores founders destacan, y con precios de compañías más baratas.

Quizá por eso, en cierto modo, los mercados a la baja suelen dar lugar a mayores innovaciones. Los fundadores que se adentran en este mercado quizá sean más valientes y estén mejor preparados. Existe un sesgo de supervivencia por el que sólo acabamos apoyando a los que ya son lo bastante fuertes como para sobrevivir. Y quizá también se deba a que los inversores que buscan rentabilidad también tienen que ser un poco más valientes e invertir en ideas un poco más “locas” que antes. Esto empuja la frontera de la innovación.

Qué esperar de estas inversiones

Para quienes evalúen hoy el venture capital como clase de activo, es probable que se beneficien de uno de los mejores mercados en una década. Si está dispuesto a resistirse al ciclo de noticias de 24 horas y a tomarse el mercado a 5 o 10 años vista, el venture capital sigue siendo una de las clases de activos más interesantes, especialmente en un entorno de alta inflación en el que pocos otros ofrecerán rendimientos reales.

Aunque muchos apuntan a los activos de alto rendimiento como alternativa, lo que no pasamos por alto es que el venture capital es una clase de activos muy sesgada en la que los mejores gestores superan a todas las demás clases de activos combinadas. Como gestores de venture capital en fase inicial, no es de extrañar que, en este mercado con mejores emprendedores y valoraciones a la baja, estamos entusiasmados en apoyar a esta próxima generación de fundadores lo suficientemente fuertes como para sobrevivir y prosperar en este nuevo mundo. Como gestor y co-founder, la pregunta no debería ser ¿debo invertir en venture capital? Debería ser, ¿cómo puedo evaluar una serie de gestores y asegurarme de que entro en un fondo de venture capital realmente diferenciado? Porque es poco probable que sus rendimientos en los próximos cinco a diez años me decepcionen.