TRIBUNA de Thomas Ross, gestor del Henderson Credit Alpha.
Los mercados de deuda corporativa cerraron 2013 con un rendimiento destacable, a pesar de que las plusvalías en el mercado fueron principalmente coto del segmento del alto rendimiento. Y también a que, en general, los bonos corporativos con calificación 'Investment Grade', reparten cupones anuales, al tiempo que el aumento de las rentabilidades de la deuda pública contrarrestó las posibles plusvalías derivadas de la disminución de los diferenciales.
El último mes de 2013 estuvo caracterizado por la preocupación ante la retirada del programa de compra de activos de la Reserva Federal estadounidense. Al final, la noticia de que esta retirada empezaría en enero supuso un cierto alivio, ya que puso fin a la incertidumbre del 'lo harán, no lo harán' que venía desestabilizando a los mercados.
Sin duda, la relajación del tono del Comité de Operaciones de Mercado Abierto de la Reserva Federal (FOMC) ayudó a compensar cualquier posible aumento de la volatilidad, aunque, quizás lo más importante es que los inversores parecían estar más preocupados por el miedo a la retirada de los estímulos que por la retirada en sí misma. Durante la primera mitad de diciembre, no surgieron nuevos acontecimientos de relevancia, lo que, de cara a los inversores, supone una manera relativamente sencilla de añadir riesgo. Esto junto con una menor compra de instrumentos secundarios (bonos que ya han sido emitidos) anticipándose a la decisión de la Fed de retirar su programa.
Todo ello permitió a los inversores contar con capital para invertir y riesgo para asumir. Desde que se tomara la decisión de retirar el programa de estímulos de la Fed, hemos visto cómo muchos inversores han incorporado a sus carteras un riesgo beta elevado a través de productos como los bonos Tier 1 (bonos híbridos con pagos a perpetuidad que ofrecen rentabilidades superiores pero que permiten al emisor evitar los pagos de cupones en determinadas condiciones). Igualmente, parece que los inversores han reducido sus posiciones cortas y de cobertura.
Este hecho se vio confirmado por el comportamiento de los precios en los mercados. Aunque podría haberse visto como mera complacencia, el ajuste de los diferenciales en los mercados secundarios en las últimas semanas de diciembre pone de relieve la continua necesidad de los inversores de mantener el capital en movimiento. Así, sin ofertas interesantes en el mercado primario, la compra de bonos en el mercado secundario es la única alternativa. Los flujos de inversión en el segmento del alto rendimiento han menguado levemente, pero la demanda subyacente de bonos corporativos con mayor beta sigue su curso.
Con la retirada de los estímulos de la Fed en marcha, la siguiente cuestión será el ritmo al que se realizará, por lo que el mercado seguirá atento a los datos que de ello se deriven a medida que nos adentramos en 2014. Sin embargo, parece que se ha eliminado un riesgo potencial y, por lo tanto, seguimos siendo optimistas sobre la deuda corporativa y las perspectivas del ajuste de los diferenciales entre los bonos de alto rendimiento y los de grado de inversión.
En nuestra opinión, el próximo riesgo será un cambio radical de posicionamiento, en un momento en el que los inversores apostaban en exceso por el largo plazo. Vigilaremos de cerca el comportamiento de los precios para detectar señales al respecto, aunque, por el momento, no parece que hayamos llegado a esa situación.