Mariano Rabadán, un recuerdo permanente

Mariano Rabadán
Mariano Rabadán. Fuente: Cedida (Inverco)

TRIBUNA de Ángel Martínez Aldama, presidente de Inverco.

El reciente fallecimiento de Mariano Rabadán nos ha dejado impresionados, no sólo a sus familiares y a los numerosísimos colegas de profesión y amigos que se ha granjeado a lo largo de su vida, entre los que presumo de encontrarme, sino a la comunidad financiera española con los que ha tenido una intensa y extensa relación.

Su trayectoria profesional es bien conocida por todos, destacando el impulso que, en las diferentes instituciones en la que trabajó y desde 1991 desde Inverco, dio a las Instituciones de Inversión Colectiva y a los Fondos de Pensiones. Cuando apenas habían iniciado su existencia en España las IIC, con las Leyes de 1952 y 1958 que regularon las Sociedades de Inversión Mobiliaria (SIM), ya estuvo él participando activamente en la redacción del Real Decreto Ley 7/1964. Éste reguló por primera vez en España los Fondos de Inversión y las Sociedades de Inversión de capital variable, y posteriormente en la transposición de la Directiva 611/85 de UCITS, primera Directiva europea de Fondos y Sociedades de Inversión. En lo referido a Fondos de Pensiones, fue un decidido impulsor de la Ley 8/1987 que reguló por vez primera los Fondos de Pensiones.

Durante los años sesenta, como un auténtico pionero y de la mano de su admirado y querido maestro Rafael Termes, se fue a Suiza a aprender el funcionamiento de la industria de gestión de activos que luego impulsaría en España. En un momento en el que los activos fuera de balance eran considerados un “atentado al pasivo bancario” como insistían entonces ilustres representantes bancarios.

Sin duda, Mariano ha desempeñado un papel importante en la modernización del sistema financiero. Y fundamental en el nacimiento y desarrollo de las Instituciones de Inversión Colectiva y de los Fondos de Pensiones.

Una vida dedicada

Esta labor germinó como una plataforma previa e informal de debate de los representantes de las entonces seis gestoras registradas. A los que invitaba a reunirse una vez al mes en su despacho compartiendo incluso las carteras de los fondos. Este fue el germen de Inverco registrado en 1978, una reunión de colegas promoviendo el desarrollo de una industria, entonces incipiente, y sin presagiar probablemente ninguno de ellos la importancia que alcanzaría posteriormente.

Sus inquietudes no se limitaron a su labor estrictamente profesional, sino que se extendieron al ámbito docente, desde el que promovió el desarrollo del mercado de capitales, la educación financiera y la creación del Instituto de Analistas Financieros.

Como suele suceder, la parte menos conocida de las personas es la de su personalidad. He sido testigo directo durante 20 años de su forma de enfrentar los problemas: con rigor pero al mismo tiempo con flexibilidad; con contundencia pero también con diplomacia; y siempre con un gran precisión técnica.

Ha sido una persona luchadora, infatigable e insistente. Quizá su origen aragonés, del que tanto presumía y se vanagloriaba, le imprimió ese carácter. No había gestión que por muy perdida que estuviera se resistiera a abandonarla. Un auténtico Rafa Nadal de la regulación financiera, que nunca daba nada por perdido.

Como se suele decir siempre detrás de un gran hombre hay una gran mujer, Margarita, a la que en estos últimos años he podido conocer aún más. Y una gran familia que siempre le han apoyado durante su extensa e intensa carrera profesional.

Por ello, y en representación de todos nuestros asociados, queremos dejar constancia de estos sentimientos sinceros y profundos hacia un profesional íntegro como pocos. Y hacia un amigo al que siempre tendremos presente.

Descanse en paz.