Mensuram Bonam, una guía que inspira y orienta a los católicos hacia una inversión coherente con la fe

Guillermo José Cid Blasco, director CI Mutuactivos
Guillermo José Cid Blasco. Fuente: Cedida (Mutuactivos)

TRIBUNA de Guillermo Cid, director de Cuentas Institucionales de Mutuactivos.

El mes de noviembre del año pasado marcó un antes y un después para la inversión bajo criterios católicos. Promovido desde el Vaticano, la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales publicó Mensuram Bonam (Buenas Medidas). Un documento muy esperado de carácter universal que marca por primera vez unas claras directrices acerca de cómo aplicar la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) en las inversiones.

Esta llamada a la acción llegaba en un momento clave, marcado por la guerra en Ucrania, las incertidumbres económicas, las fisuras de los sistemas sanitarios y las múltiples necesidades sociales. Todo ello nos invitaba a reflexionar, mirar hacia adelante y tomar una serie de medidas que nos permitan soñar con un futuro mejor. Ya se han puesto en marcha importantes proyectos de actuación, como los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas y se están elaborando muchos otros que fomentan las buenas prácticas, inclusivas y ecológicamente racionales. Mensuram Bonam daba un paso más en la búsqueda de inversiones con un claro sentido social.

Intencionalidad

Para nosotros la inversión de impacto debe estar asociada a la “intencionalidad”, es decir, que existan evidencias de que el equipo directivo busca generar un impacto para resolver esos retos sociales. Implica ir más allá de las exclusiones y la mera inversión responsable, así como ser capaces de medir y reportar este impacto. El ASG no es sinónimo de la DSI, pero sí se complementan, y aunque no tengamos un algoritmo de inversión para simular la conciencia, desde Mutuactivos buscamos solución e invertimos en compañías cotizadas cuya actividad potencie los siete ODS de Naciones Unidas que están relacionados más directamente con la persona.

Aplicamos las directrices marcadas en Mensuram Bonam para dar respuesta a los nuevos criterios a seguir por aquellos inversores que quieran alinear sus inversiones con la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), no sólo excluyendo aquellas actividades que van en contra del ideario católico, sino generando un diálogo activo con las empresas y buscando aquellas que, potencialmente, con sus productos o servicios, contribuirán a una mejora de los retos sociales a los que nos enfrentamos.

Como el propio documento reza, cualquier inversión contribuye al futuro o lo abandona. Teniendo en cuenta esta máxima, primamos a las compañías que tratan de aportar soluciones a los problemas más apremiantes de la sociedad, además de ser capaces de generar rentabilidad a largo plazo.

“El impacto total de cualquier inversión puede medirse por cómo evita el daño y mejora la dignidad humana, beneficia a la sociedad y contribuye a resolver los problemas apremiantes que enfrenta la sociedad” (Mensuram Bonam 28).