Se tiende a pensar que los derivados son un instrumento financiero de reciente creación y muy sofisticado. Pues bien, ya desde los años 60 se operaba con futuros sobre commodities agrícolas para cubrir las posibles oscilaciones de precios. Tradicionalmente, su uso se vinculaba a operaciones de cobertura, arbitraje o especulación.
Bien diferente es la evolución que ha sufrido este mercado en los últimos años y que ha supuesto la creación de infinidad de productos exóticos que sobre el papel ofrecían rentabilidades muy atractivas pero cuya complejidad ha hecho que en situaciones extremas fueran prácticamente ingestionables. Obviamente había riesgos que una hoja de cálculo no podía medir.
La vuelta a productos financieros sencillos, sin riesgos añadidos y perfectamente regulados no tardará en llegar. Se debe trabajar por parte de las autoridades competentes en contratos con menos "letra pequeña" y sin ambigüedades legales. Creo honradamente que el inversor debe estar más protegido, una cosa es perder dinero por realizar una inversión en una compañía que recorta estimaciones de ventas y otra bien diferente es realizar esa misma inversión en una compañía con unas cuentas de dudosa credibilidad. Será el mercado organizado de opciones y futuros uno de los grandes protagonistas.
Entre otros motivos, por la posibilidad de altos retornos, tanto en tendencias alcistas o bajistas, con escenarios de pérdidas totalmente limitados en cualquier mercado a nivel mundial si se opera con opciones. Retornos similares o inversamente proporcionales a la inversión en renta variable a cambio de depositar una mínima cuantía en concepto de garantías en el caso de los futuros. Ambos requieren una inversión mucho menor que la compra de acciones por el efecto apalancamiento que tienen los derivados.
Otro motivo que podemos apuntar serían las carteras de inversión perfectamente diversificadas y capaces de generar retornos en cualquier circunstancia de mercado. Mercados globales implican riesgos globales que deben ser gestionados teniendo en cuenta riesgos sistémicos, liquidez, país o contrapartida entre otros muchos.
Inconvenientes de la renta variable
Un mercado de renta variable en declive, alta volatilidad, impuestos que gravan la compra-venta de acciones, impuestos especiales a plusvalías generadas en menos de un año, única posibilidad de obtener beneficios si la acción sube, además de inmovilizar todo el efectivo de la inversión son algunos de los inconvenientes del mercado de renta variable en la actualidad. Por otra parte, muchas compañías están revisando a la baja sus estimaciones de beneficios, tienen dificultades de financiación y con índices de confianza empresariales en mínimos no parece que vayamos a ver un mercado muy alcista en el corto plazo.
Duplicidad fiscal en el cobro del dividendo para el accionista. Una teoría comúnmente aceptada por parte del inversor no profesional es que cuanto más dividendo paga una empresa mejor es. Falso, solo demuestra que tiene caja para hacerlo. En ocasiones ni eso ya que se tiene que endeudar para pagarlo. Esa salida de caja implica dos cosas, que no se está reinvirtiendo en el negocio y por otra parte que el precio de la acción descontará ese pago, financieramente para el accionista no tiene valor añadido alguno. Además desde el punto de vista impositivo se graba dos veces, mediante el impuesto de sociedades la compañía y como rendimientos del capital mobiliario el accionista. Algo gravado fiscalmente por duplicado no sé yo si es muy eficiente.
Como conclusión, podíamos decir que un inversor cada vez más informado, ya sea por iniciativa propia o bien obligado por las circunstancias, debe entender perfectamente su inversión y conocer todos los riesgos asociados a la misma. La esencia de los productos financieros derivados permite a sus usuarios tomar decisiones, anticipándose a las consecuencias favorables o desfavorables que esconde la incertidumbre del futuro.
Incertidumbre es a riesgo como riesgo es a oportunidad. Por tanto, si somos capaces de analizar los riesgos futuros tendremos la oportunidad de mitigarlos o incluso beneficiarnos de ellos. En definitiva, el inversor debe poseer una información fiable y ser libre de realizar una apuesta justa con los mejores instrumentos disponibles.