Por qué la política monetaria moderna está condenada al fracaso

Thomas Mayer
Foto cedida por Flossbach von Storch.

TRIBUNA de Thomas Mayer, profesor del Instituto Flossbach von Storch.

Los bancos centrales más poderosos del mundo no vieron venir la gran crisis financiera de 2007/08. Ni tampoco lograron cumplir después de la crisis financiera sus objetivos autoimpuestos en relación con el aumento anual del índice de precios de consumo. La razón principal de ello es que asumieron que el complejo mundo de la economía y las finanzas se podía representar en un sencillo mundo modélico en el que las relaciones entre las variables importantes son claras y la incertidumbre se puede traducir en riesgos medibles. Sin embargo, esto es un grave error. En el mundo real reina una incertidumbre radical que no puede medir.

En general, la economía se puede utilizar para responder bastante bien a preguntas sobre acciones económicas del tipo “si, entonces”. Por ejemplo, de la percepción geométrica de que la distancia más corta entre dos puntos es una línea recta, se puede deducir que la gente solo toma desvíos para alcanzar un objetivo económico si vale la pena hacerlo. Así, si el objetivo de la acción es el consumo, solo se ahorrará para alcanzar el objetivo a través del desvío de la inversión de los ahorros, si así se puede consumir más finalmente.

En consecuencia, de la simple pregunta “si, entonces”, podemos deducir que el tipo de interés debe ser positivo de forma natural. Si no hay ingresos adicionales, el dinero no se ahorra para invertir, sino que se acumula en el mejor de los casos.

Del "si entonces" a los modelos macro

Sin embargo, en la actualidad muchos bancos centrales y economistas influyentes están tratando de convencer al público de que el tipo de interés es negativo. En lugar de en un razonamiento de “si, entonces”, basan su convicción en un modelo macroeconómico que creen que representa el mundo tal y como es realmente.

No obstante, el mundo de la economía se describe con un sistema rígido de ecuaciones matemáticas. Los datos estadísticos sobre las acciones económicas encajan en este lecho de Procusto y los parámetros contenidos en las ecuaciones se estiman utilizando métodos matemáticos (econométricos). Los bancos centrales basan sus políticas en esto.

Isabel Schnabel, directora ejecutiva alemana del Banco Central Europeo, justificó así la política del BCE puesta en duda por el Tribunal Constitucional alemán, en el periódico “Welt am Sonntag” del 28 de junio de 2020: “Los estudios del BCE muestran que habríamos tenido que reducir el tipo de interés oficial a alrededor del -1,7 % desde el -0,5 % actual para lograr el mismo efecto estimado sobre la inflación que con las compras adicionales de bonos”. Además, prometió: “Según las estimaciones del BCE, las medidas elevarán el crecimiento de la eurozona en 1,3 puntos porcentuales entre 2020 y 2022 y darán un notable impulso a la inflación”.

Los datos casi nunca encajan

Sin embargo, los datos casi nunca encajan en el lecho de Procusto de los modelos, por lo que las ecuaciones solo pueden explicar las relaciones de forma incompleta. Uno podría quizás pasar esto por alto si no hubiera dos razones importantes por las que el mundo modélico matemático de los economistas en su conjunto no puede ofrecer una representación útil del mundo real.

El mundo real no es estático

En primer lugar, el mundo real no es estático a diferencia del mundo modélico. Las relaciones que se supone que son estables en el mundo modélico cambian constantemente en la realidad. Un ejemplo sorprendente de ello es la relación entre el desempleo y la inflación. Es la conocida como la curva de Phillips, que ya era inestable anteriormente y que se ha derrumbado desde la crisis financiera. No obstante, sigue desempeñando un papel crucial en los modelos de los bancos centrales.

El mundo real es reflexivo

En segundo lugar, el mundo real es reflexivo, a diferencia del mundo modélico. Si los bancos centrales siguen las pautas de sus modelos, los agentes económicos modifican su comportamiento como respuesta, eliminando así la base de las pautas anteriores. Por ejemplo, los recortes de los tipos extraídos por los bancos centrales de su mundo modélico están provocando una reestructuración generalizada de la economía. Las empresas, los hogares y los agentes estatales están aprovechando los bajos tipos de interés para acumular altos niveles de deuda.

La incertidumbre no se puede medir

Si el mundo modélico indicara ahora una vuelta a tipos de interés más elevados, la implementación de esta indicación desencadenaría una nueva crisis de deuda. En el mundo real, donde los bancos centrales quieren controlar la inflación, la incertidumbre es radical, es decir, no se puede medir. Las declaraciones de Schnabel pueden ser válidas en el mundo modélico de los economistas, pero no son útiles en el mundo real. Por consiguiente, es probable que una política del banco central basada en el mundo modélico cause más sorpresas.

A finales de la última década, la sorpresa llegó en forma de la gran crisis financiera. Es difícil prever qué sorpresas nos deparará la política actual del banco central. Sin embargo, una cosa debe quedar clara. Cuantos más errores cometan los bancos centrales y cuanto más claramente se hagan visibles, más disminuirá su credibilidad como guardianes del valor del dinero.