TRIBUNA de Matthew Beesley, director de renta variable mundial de Henderson Global Investors.
El comportamiento un tanto voluble de los mercados durante los primeros días de febrero es sintomático del carácter prolongado de la tendencia alcista que ha experimentado recientemente la renta variable mundial. Aunque somos un equipo de inversores internacionales y generalistas que aplica una estrategia ascendente, los análisis técnicos consultados han sido prácticamente unánimes al señalar la posibilidad de que se produzca una corrección en el mercado. El índice S&P 500 —que constituye una buena representación de los mercados internacionales— ha estado cotizando dentro de una horquilla reducida, con la ratio de avances/retrocesos en la dirección errónea (las acciones que caen superan a las que suben) y una subsección más pequeña de acciones que registraron nuevos mínimos de 52 semanas.
En realidad, las últimas noticias procedentes de numerosos mercados emergentes no se han 'deteriorado' per se: Ucrania viene siendo un problema desde hace varias semanas; Venezuela, por su parte, no es la primera vez que devalúa su moneda; Argentina lleva varios años dando bandazos entre sucesivas crisis políticas; y en China, durante el último año las autoridades han venido hablando de tomar medidas enérgicas contra la corrupción. No obstante, en su conjunto, podríamos decir que estos acontecimientos constituyen indicios de tensiones en los mercados emergentes, y llevan bastante tiempo gestándose.
Seguimos creyendo que lo peor está por llegar en el caso del universo emergente. La concesión de crédito es elevada en muchas regiones (por encima de la tendencia) y los déficits por cuenta corriente son negativos y están aumentando. A ello hay que sumar que el final del programa de relajación cuantitativa se ha traducido en la retirada de los fondos denominados en dólares de los mercados extranjeros y que la escasez de financiación ha empeorado. Parece que los tipos de interés registrarán subidas (los costes de financiación de los gobiernos ya han subido), lo cual ayudará a impulsar el ciclo crediticio. Y sabemos que con el alto nivel de apalancamiento existente, esto tendrá ramificaciones.
Por lo tanto, seguimos recelando de los mercados emergentes como clase de activos y, en particular, la situación de algunos países nos provoca un gran nerviosismo. Esto no quiere decir que no existan valores interesantes en determinados países. Sin embargo, tras la 'huelga de ventas' que experimentó esta clase de activos (nadie quería vender debido a que, a pesar de su ralentización, el crecimiento de las economías emergentes seguía avanzando más rápido que en los países desarrollados), se está comenzando a poner a prueba la naturaleza largoplacista de los inversores.
El argumento del crecimiento estructural que sustenta el gusto de los inversores por los mercados emergentes es de sobra conocido y tiene lógica. No obstante, en ocasiones, los inversores pasan por alto el carácter cíclico de su crecimiento. Y es ahora cuando muchos están comenzando a tomar conciencia de ello.