¿Qué tendencias estructurales se han visto reforzadas o desafiadas por el COVID-19?

Carla Bergareche_noticia
Firma: cedida (Schroders).

TRIBUNA de Carla Bergareche, directora general para España y Portugal, Schroders. Comentario patrocinado por Schroders.

Poco a poco, la economía mundial está saliendo del Gran Confinamiento, pero los avances son irregulares. EE.UU. y Reino Unido parecen estar a la cabeza, China sigue a paso firme y la Eurozona les sigue, aunque de forma más lenta debido a un comienzo desigual de su programa de vacunas. No obstante, el panorama general es el de unos mercados desarrollados que superan a los emergentes, con países como India y Brasil aún luchando por contener el virus.

Mientras tanto, en un tono más positivo, la capacidad de adaptación de las economías, facilitada por la aceleración de la tecnología, promete un mayor crecimiento de la productividad. En consecuencia, desde Schroders hemos mejorado nuestras previsiones de crecimiento a largo plazo. Hace tiempo identificamos tres factores clave para las perspectivas a medio plazo: la adopción de la tecnología, el aumento del populismo y una mayor atención a las cuestiones medioambientales, particularmente en el cambio climático; que ahora retomamos para analizar cuáles de estas “verdades” o tendencias han ido cobrando fuerza y cuáles se ven ahora afectadas por la nueva economía que surge de la pandemia.

No cabe duda de que se ha producido un efecto de supervivencia del más fuerte, ya que las empresas más expuestas y débiles abandonaron el negocio en la primera oleada de confinamientos. Sin embargo, también hay un proceso de aprendizaje y uno de los principales motores de la capacidad de adaptación ha sido el mayor uso de la tecnología para permitir que las empresas operen a distancia. AdvertisementLas ventas online se han disparado, lo que ha permitido a las empresas seguir funcionando, y ahora representan más de un tercio de todas las ventas minoristas en Reino Unido, por ejemplo. El gasto mundial en ordenadores portátiles y auriculares se ha disparado a medida que más personas trabajan desde casa y la inversión empresarial en tecnologías de la información y equipos se ha fortalecido a pesar de la recesión.

Asimismo, las cuestiones medioambientales han cobrado más protagonismo, con mayores esfuerzos para hacer frente al cambio climático. Se ha prestado mucha atención a la decisión de la Administración Biden de volver a incluir a EE.UU. en el Acuerdo de París y aumentar el gasto en infraestructuras en este ámbito, pero también hemos visto cómo China se ha fijado el objetivo de ser neutral en cuanto a emisiones de carbono, con lo que los dos mayores contaminantes del mundo se han alineado. La transición energética crea importantes oportunidades, pero también amenaza con exacerbar las desigualdades entre los mercados desarrollados y los emergentes.

Por otro lado, las finanzas de los gobiernos se han deteriorado significativamente durante la pandemia, lo que plantea dudas sobre la sostenibilidad de la deuda. No obstante, se ha producido un cambio de mentalidad en materia de política fiscal y los gobiernos no están dispuestos a volver a la austeridad y a los ajustes en el sector público. La recuperación económica ayudará, pero dadas las demandas de gasto adicionales de la asistencia sanitaria y el cambio climático en el futuro, es probable que la presión sobre las finanzas del gobierno se mantenga. El aumento de la fiscalidad parece inevitable y los gobiernos tienen la vista puesta en el sector empresarial.

Sin embargo, el aumento de la tecnología puede dificultar los esfuerzos de los responsables políticos para abordar la desigualdad, ya que la cuarta revolución industrial desplaza a más trabajadores. Así pues, aunque el populismo no ha resurgido ni se ha acelerado durante la pandemia, es probable que vuelva. La historia demuestra que el malestar social aumenta una vez que una pandemia ha pasado, favoreciendo un entorno para más políticas populistas.

En este contexto, no hay respuestas fáciles para los inversores, que tendrán que aprovechar las tendencias disruptivas y encontrar los focos de crecimiento en la economía mundial. Lo que parece claro es que los gobiernos pueden desempeñar ahora un papel más importante en el impulso de esas tendencias.