Tom Demaecker, Dries Dury y Humberto Nardiello resumen el panorama macro actual y ofrecen las claves para navegarlo a través de la inversión en renta variable. Comentario patrocinado por DPAM.
TRIBUNA de Tom Demaecker, Dries Dury y Humberto Nardiello, fund managers de Equity, DPAM. Comentario patrocinado por DPAM.
La confianza inversora tiende, sobre todo en los mercados de valores, a ser pendular, oscilando de un extremo a otro al compás de las noticias. No hace mucho numerosos inversores y expertos estaban convencidos de que sobre el mercado bursátil se cernía una recesión inminente. Una cascada de indicadores económicos, sumados a incertidumbres geopolíticas, contribuyeron a la sensación de pesimismo imperante. Sin embargo, la narrativa adoptó un tono más optimista ante el aguante exhibido por las economías frente a las políticas restrictivas de los bancos centrales. La idea de un «aterrizaje suave» podría resultar de entrada reconfortante, pero hemos de mantenernos bien alerta. Aún se vislumbran algunas señales menos tranquilizadoras en el horizonte.
De recesión inminente a aterrizaje suave… o quizás no
En primer lugar, pese a los temores de recesión, el consumidor estadounidense ha recurrido a tirar no poco de ahorro tras haber gastado el grueso de las ayudas recibidas en estos últimos años para mitigar los efectos de los confinamientos. En EE.UU., cuya tasa de ahorro ronda mínimos históricos, la hucha se está quedando decididamente vacía. Los bancos centrales están advirtiendo de que las familias podrían quedarse pronto sin lo que habrían ahorrado durante la pandemia. Y, con los tipos de interés en los niveles más altos de los últimos 20 años, el crédito difícilmente alcanzará a sostener el consumo.
Luego tenemos el presupuesto de Estados Unidos; o, siendo precisos, su déficit presupuestario, que asciende nada menos que al 8% en la actualidad. Algo del todo inusual en una economía que supuestamente va a toda máquina. Una vez las presentes prioridades electorales den paso a la política ordinaria sería el momento de aplicar medidas fiscales restrictivas, algo que probablemente lastrará el crecimiento económico. Además, las alzas de tipos de interés empiezan a hacer mella en los presupuestos al elevar el coste de la deuda, lo que a su vez reduce las partidas presupuestarias para nuevos paquetes de estímulo fiscal.
Por último, la tasa de desempleo está en mínimos históricos, por lo que la única forma de enfriar la economía es manteniendo los tipos de interés más altos durante más tiempo. Algo tan arriesgado como el funambulismo sin red, ya que la economía podría irse al traste. La política monetaria opera con retardos importantes y la experiencia histórica muestra que los bancos centrales no siempre salen airosos de tales actos de equilibrismo.
Con todo, nadie afirma que vaya a materializarse el peor escenario posible o que el cielo vaya a desplomarse. Aun así, aquellos con experiencia saben bien que la confianza inversora es frágil y mudable y que es preferible tener siempre, al menos, un paraguas a mano. Cabe, pues, preguntarse por el modo de optimizar la estrategia de inversión en renta variable en un entorno con datos tan discordantes.
El manual de resistencia del mercado
En periodos de inestabilidad del mercado una estrategia centrada en inversiones defensivas y de crecimiento de calidad puede afianzar cualquier cartera de renta variable. La razón estriba en que las empresas de calidad suelen poseer atributos que aportan resistencia tanto en mercados alcistas como bajistas.
Centrarse en empresas con determinadas características de calidad permite a los inversores mitigar riesgos y contar con carteras resistentes aun en fases de inestabilidad, potenciando al tiempo las ganancias entre ciclos gracias al respaldo de temas de crecimiento estructural. Las empresas de buena calidad ofrecen productos o servicios esenciales, que garantizan una demanda recurrente al margen de las condiciones del mercado. Esto, unido a márgenes elevados, poder de determinación de precios y bajo apalancamiento financiero, mejora la resistencia ante una recesión. Profundicemos algo más en algunas características importantes que ponen bien de relieve las ventajas de los valores de calidad en el entorno económico actual.
Comencemos con un vistazo panorámico a los mercados de valores. Las industrias dedicadas a actividades esenciales, como los sectores sanitario y de sistemas de pago, poseen una resistencia innata que en principio las protege de la volatilidad del ciclo económico, permitiéndoles evitar graves caídas de ingresos durante las contracciones económicas. Independientemente del estado de la economía, la gente seguirá dependiendo de los sistemas de pago, y los pagos asociados al gasto de consumo son de suyo menos cíclicos. Del mismo modo, antes o después se hace ineludible recibir asistencia médica. Se trata de productos y servicios esenciales para la vida cotidiana. Pensemos en Boston Scientific o Edwards Lifesciences que ofrecen soluciones quirúrgicas cruciales. En el caso de los sistemas de pago parece casi inconcebible imaginar la vida moderna sin servicios tan fiables como los que prestan Visa o Mastercard.
El análisis no tiene por qué partir del nivel sectorial para identificar valores defensivos fiables. Los inversores pueden también buscar empresas con flujos de ingresos recurrentes que les permitan asentarse sobre una base firme ante correcciones bursátiles. Los negocios basados en modelos de suscripción, contratos o compras repetidas tienden a ofrecer resultados más estables que el conjunto del mercado, por lo que conviene estar atentos a empresas con flujos estables de ingresos recurrentes; como los gigantes del software como servicio Adobe, Autodesk y Synopsys, que al ofrecer constantemente valor a los clientes disfrutan de un flujo continuo de ingresos por suscripciones. De manera similar, los productos básicos de consumo de líderes de la industria como P&G y Nestlé siguen demostrando fiabilidad y pueden servir de base firme a cualquier cartera defensiva, ya que ofrecen un buen grado de previsibilidad en períodos de turbulencia.
Nuestras estrategias internas de acciones de calidad tienen en cuenta los aspectos macro, sin necesariamente depender de previsiones macroeconómicas. Se centran en seleccionar un conjunto diversificado de empresas de crecimiento de calidad beneficiarias de tendencias seculares como la nube, sistemas de pago, ciencias de la vida, tecnologías médicas o eficiencia energética. Buscamos una particular diversificación de la cartera, con el énfasis puesto en estrategias de gestión dinámicas a largo plazo y un riguroso proceso ESG. Un enfoque que se refuerza con una exhaustiva investigación interna y un exclusivo equipo de analistas que ayudan a identificar esos títulos de alta calidad.
Cambian las tendencias, no la estrategia
Las predicciones económicas se mueven entre la recesión inminente y un aterrizaje más suave. Persisten, con todo, las señales de advertencia: en EE.UU. el ahorro se agota, el déficit presupuestario es preocupante y la apuesta por los tipos de interés altos resulta arriesgada. Incorporar características defensivas a su cartera de acciones le permitirá estar bien preparado ante un eventual mercado bajista. Contar a la vez con inversiones de crecimiento de calidad con flujos de ingresos recurrentes, actividades esenciales, altos márgenes, poder de determinación de precios y bajo apalancamiento del balance permite encarar mejor cualquier desaceleración. Un crecimiento estructural mantenido de un ciclo a otro le permitirá jugar a la defensiva y al ataque al mismo tiempo. Al evaluar su enfoque de inversión recuerde que el objetivo no es sólo superar las crisis, sino prosperar en medio de los altibajos del mercado.
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