TRIBUNA de Borja Montero de Espinosa, responsable del Equipo de Renta Variable de Análisis y Selección de Quality Funds (BBVA).
A lo largo de los últimos años, Estados Unidos ha ofrecido una respuesta nunca antes vista ante una de las peores crisis financieras jamás acontecida. Su banco central, la Reserva Federal, ha creado una cantidad ingente de dinero materializada a través de los famosos “quantitative easings”. Para hacernos una idea de la importancia de las medidas, no hay nada como compararlas con las tomadas por otros bancos centrales. Y es que la Reserva Federal ha inyectado el doble de dinero que el BCE, y ha hecho en cuatro años lo que Japón hizo en 20. Por lo tanto, el objetivo claro de la Reserva Federal es, y ha sido, potenciar el crecimiento económico y la creación de empleo. De hecho, la Reserva Federal ha decidido, por primera vez en la historia, fijar un rango de los tipos de interés entre el 0%–0,25%, siempre que la tasa de desempleo se encuentre por encima del 6,5%. En la actualidad es del 7,9%.
Estas medidas han venido seguidas de una apreciación cercana al 100% de la bolsa americana desde que se iniciara el primer “quantitative easing”, el 18 de marzo de 2009. La pregunta natural que nos sale hacernos es la siguiente: ¿Sigue siendo atractiva la inversión en renta variable americana? La respuesta, en nuestra opinión, es afirmativa. Vayamos a los principales factores macroeconómicos, microeconómicos y de valoración que soportan esta aserción:
A) El año ha finalizado resolviendo una de las principales incertidumbres que acechaban a la economía estadounidense, el “precipicio fiscal”, gracias al acuerdo entre demócratas y republicanos de, entre otras cosas, subir los impuestos a las rentas superiores a 450.000 dólares, por un lado, y extender, por el otro, cinco años más las ventajas fiscales a la clase media y a las rentas más bajas. Ahora el principal frente que queda pendiente es el de consensuar aumentar el techo de deuda. Dado que la espada de Damocles pende sobre las cuentas norteamericanas, parece razonable pensar que se hará un esfuerzo por parte de los líderes políticos para alcanzar un acuerdo y así evitar el “default”.
Asumiendo una resolución favorable, debemos tener en consideración los siguientes factores positivos: contamos, por un lado, con la ya comentada determinación de la Reserva Federal de potenciar el crecimiento económico. Las perspectivas son de un aumento del PIB del 2,5%-3% para 2013 y del 3%-3,5% para 2014. Por otro lado, Estados Unidos cuenta con una ventaja competitiva en materia de recursos energéticos gracias a las nuevas técnicas implementadas de extracción de gas y petróleo. Incluso se estima que podría convertirse en el primer productor de gas y petróleo del mundo en 2015 y 2017, respectivamente. Las consecuencias positivas para la economía son evidentes, pues supondrán un impulso de la industria manufacturera. La recuperación también se ha plasmado en el sector inmobiliario y automovilístico.
B) A nivel microeconómico, los márgenes de beneficios de las compañías norteamericanas están en niveles que nunca antes se habían alcanzado. A su vez, el nivel de apalancamiento se ha reducido paulatinamente en los últimos años, mientras que el porcentaje en cash en los balances financieros está en un nivel muy superior al promedio histórico.
C) En cuanto a la valoración, atendiendo al método Fed Model que compara la rentabilidad ofrecida por la renta variable respecto a la del bono de gobierno a diez años, el diferencial abierto está en máximos históricos, lo que es un indicador de valoración favorable a la renta variable respecto a la renta fija.
¿Y cómo invertir en renta variable norteamericana?
Con más de 11 billones de dólares en activos a cierre de 2012, la industria estadounidense de fondos de inversión es la más importante del mundo con un 49% de los activos a nivel mundial. Se trata de una industria madura, en la que existen excelentes productos en los que invertir. A continuación ofrecemos cuatro modos de hacerlo:
1. Apostar por una estrategia de inversión “growth”. Este estilo lo componen aquellas compañías que sean capaces de arrojar las cifras de crecimiento de los beneficios más elevadas. La escasez de firmas capaces de lograrlo en un entorno de crecimiento económico moderado hace que el inversor esté dispuesto a pagar una prima sobre el precio de las mismas. A pesar de que significaría subirnos a una tendencia ya iniciada hace cinco años (growth ha superado a value por cerca de un 20% de rentabilidad en bolsa en este periodo), la revalorización en precio ha venido acompañada de unos beneficios récord, por lo que el múltiplo de valoración (Price/Earnings Growth) se mantiene en niveles interesantes. El último paso sería seleccionar un fondo consistente al estilo y con capacidad de generación de alfa.
2. Como segunda alternativa, ofrecemos una estrategia que, a diferencia de la anterior propuesta, se centre en el precio en lugar de en los beneficios. Para ello nos decantaríamos por un fondo que contemple la filosofía de inversión “deep value” y, así, beneficiarnos de una potencial expansión del múltiplo precio/beneficios.
3. La tercera opción sería adecuada para aquel inversor que desee invertir en el mercado americano sin asumir ninguna desviación significativa en relación al mismo (es decir, soportando un “tracking error” bajo) pero sin renunciar a la generación de alpha.
4. Por último, dentro del ámbito de la gestión activa sin límites respecto al S&P 500, propondríamos un vehículo “todoterreno”, caracterizado por la solidez de su proceso de inversión y la habilidad demostrada por su equipo de gestión de adaptarse a diferentes entornos de mercado.
Como conclusión, pensamos que el mercado de renta variable americana presenta unas condiciones, desde el punto de vista macroeconómico, microeconómico y de valoración muy interesantes para invertir en él. Tras un exhaustivo y cuidadoso análisis, se puede seleccionar el fondo más idóneo según las necesidades de cada inversor.