Sostenibilidad y metales: tres casos prácticos

Santiago Igual Noticia
Firma: cedida (Portocolom)

TRIBUNA escrita por Santiago Igual, analista de inversiones de Portocolom.

Los metales como materia prima han tenido una innegable utilidad para la sociedad a lo largo de la historia y, tras su comportamiento estos últimos meses, parece que la inversión en metales ha vuelto a captar la atención de los inversores como una alternativa para obtener descorrelación en sus carteras. Pero, desde el punto de vista de una cartera ISR, ¿se podría tener en cuenta una inversión de este tipo? A continuación, realizamos un análisis de la conveniencia de invertir en tres metales (platino, litio y zinc) desde el punto de vista de la sostenibilidad.

Platino

El platino es un metal precioso, valorado por su belleza y pureza, que se produce fundamentalmente en Sudáfrica y Rusia. Su principal uso es como catalizador en vehículos y ahorra un 97% de emisiones de gases tóxicos, convirtiéndolos en CO2, sin que suponga un aumento considerable de las emisiones totales del vehículo. En la medida en que las legislaciones contra las emisiones de CO2 entren en vigor en países emergentes, la demanda de platino para su uso en catalizadores aumentará. Por ello, el precio del platino suele tener una elevada correlación con la industria de la automoción. Asimismo, en torno a un cuarto de su producción se destina al sector joyería y también tiene aplicaciones médicas, puesto que es un excelente conductor de la electricidad y el cuerpo humano lo tolera muy bien (no provoca reacción alérgica ni se corroe).

A nivel de reciclaje, actualmente, en la industria de la automoción, se recicla en torno al 30%, y no parece que sea difícil que esa cifra aumente en el futuro. El coste de reciclaje del platino no es elevado, y con poco esfuerzo, se podrá aumentar su reciclaje para depender menos de la producción de este metal.

En conclusión, a nivel de sostenibilidad los beneficios del platino son mayores que sus inconvenientes, y conforme las renovables avancen, su principal inconveniente medioambiental que es su huella de carbono dejará de serlo.

Litio

El litio es un metal de color blanco plata en su estado puro, condición en la que no se encuentra en un ambiente natural debido a su alta reactividad. Esta cualidad complica mucho su extracción. El “triángulo del litio” compuesto por el salar de Uyuni en Bolivia, el salar de Atacama en Chile y el salar del Hombre Muerto en Argentina, concentran más del 50% de las reservas mundiales de este mineral. A nivel de producción, Chile es el mayor productor con más de un tercio, seguido por Australia, Argentina y China. Se trata de un material muy propicio para la fabricación de baterías de dispositivos electrónicos, y más recientemente de vehículos eléctricos (aproximadamente un tercio). También se emplea para tratar enfermedades psiquiátricas.

A nivel de sostenibilidad, uno de los principales problemas del litio es su reciclaje, que tiene un coste hasta cinco veces superior al de su extracción, por lo que, actualmente, no es económicamente sostenible. Además, es un residuo peligroso de manipular, inflamable y muy reactivo. Por otro lado, la minería de litio, conlleva un elevado uso de agua caliente para extraer la sal rica en este mineral. Esto se traduce en una elevada huella de carbono en la medida en la que el mix energético del país productor no sea intensivo en renovables.

En conclusión, el problema fundamental del litio a nivel de sostenibilidad es su reciclaje. Aunque la gestión de los residuos de litio a día de hoy puede no ser un problema, conforme avance la implantación del coche eléctrico en los próximos años, será un asunto a resolver con urgencia.

Zinc

El zinc es un metal de color blanco azulado que, en presencia de humedad, forma una capa superficial de óxido que aísla al metal y lo protege de la corrosión. El principal país productor de Zinc es China, seguido de lejos por Perú y Australia.

Es el cuarto metal más usado del mundo, con aplicaciones en distintas industrias, entre las que destaca el galvanizado de acero, ya que aproximadamente el 50% del Zinc producido se destina a dicha actividad. Este proceso consiste en recubrir el acero con láminas de zinc para evitar su oxidación. De esta forma, se alarga su vida útil más de 100 años. Las aplicaciones del zinc, hacen que se pueda plantear la inversión en este metal como sostenible, principalmente porque alarga la duración de estructuras que, de otra forma, tendrían que renovarse mucho antes.

Aun así, como toda actividad minera, su extracción es intensiva en electricidad (40% del coste total), lo que hace que este metal tenga una huella de carbono elevada. Siendo China uno de los principales productores, todo apunta a que la huella de carbono del material es elevada en términos absolutos. Sin embargo, en comparación con otros metales, la producción de Zinc requiere mucha menos energía (casi un cuarto de la necesaria para producir acero o níquel).

Otro de los aspectos a valorar es que el 30% del consumo anual de zinc es de origen reciclado, y la tasa aumenta cada año. En conclusión, valorando las ventajas e inconvenientes expuestos, se podría considerar una inversión en zinc como sostenible, puesto que sus beneficios son mayores que sus inconvenientes, y conforme el mix energético mundial vaya avanzando hacia el uso de las energías renovables, su mayor inconveniente, su elevada huella de carbono vista en términos absolutos, descenderá.