TRIBUNA de Rafael Casellas Aparicio, gestor de Banca Privada Caixa Penedès-Grupo BMN, asociado EFPA 1.156 y finalista del concurso de Funds People y EFPA de julio y agosto.
Leyendo el titular de este artículo, uno puede pensar que estamos ante la crónica de una película de extraterrestres invasores que atacan un país llamado Spain. Y además, lo hacen con unas armas terroríficas que dejan una marca en forma de “Z” a sus víctimas. No, les puedo garantizar que no voy a escribir ningún relato de seres alienígenas procedentes del más allá. El titular es una simple fusión de “Spain” más la palabra “confianza”, dos términos que últimamente salen en muchos medios de comunicación y que, más que nunca, necesitan ir de la mano.
¿Y por qué hablar de la confianza? Sencillamente porque esta palabra es la que, por su grave falta, está llevando a nuestro país a una situación crítica con recortes, incremento del paro, tensión social, empobrecimiento, falta de crecimiento de la economía, reducción del consumo y vuelta a empezar con este peligroso círculo vicioso.
España ha sido un país tradicionalmente necesitado de financiación externa. En los años de fuerte crecimiento, sobre todo en el periodo de 2004 a 2008, el gap o diferencial entre ahorro e inversión rondaba el 10% del PIB. A pesar de que todavía es necesario capital extranjero, el porcentaje de financiación externa se ha reducido hasta niveles del 3,4% PIB en el pasado 2011.
No se puede negar que el desarrollo de España en todos los sectores ha sido gracias a las generosas entradas de capital procedentes de fuera que creían y confiaban en el potencial de nuestra economía. La lástima es que no todos estos sectores han sabido usar correctamente estos recursos. Los numerosos casos de estafa, fraude, corrupción y un largo etcétera de feas palabras que han aparecido son la imagen que ahora, desgraciadamente, representan a España en los mercados de capitales. Y la consecuencia final de estas actuaciones ha sido clara y contundente por parte de los mercados: cierre total a empresas españolas y especialmente a las entidades financieras. Esto último lleva al cierre del grifo del crédito, el efecto multiplicador de los bancos que desaparece debido a sus frágiles balances y a una liquidez muy escasa en todas las capas de la economía.
La lección que los inversores nos están dando y que todos debemos aprender no es otra que la de “usa bien el capital, trabájalo, hazlo crecer y me devuelves todo lo que te he prestado al vencimiento”. El mercado de renta fija, en momentos como los actuales, valora primordialmente la devolución del principal. A la más mínima duda sobre la capacidad de retorno íntegro de éste, el grifo se cierra herméticamente.
Y termino con dos frases que invitan a reflexión. La primera es del escritor español Francisco de Quevedo que dice: “El mayor despeñadero, la confianza”. No tenerla seguro que nos arroja por él por lo que hay que hacer todo lo posible por recuperarla, mostrarla hacia adentro y especialmente hacia afuera de nuestras fronteras. La segunda, del escritor americano William Faulker, que cita: “Se puede confiar en las malas personas, no cambian jamás”. En nuestras manos está dejar de ser un “mal país” en términos financieros y económicos y rectificar los errores cometidos. Tenemos la obligación de cambiar los malos hábitos que nos han llevado a esta dura y crítica situación, queramos o no...