Como consecuencia de la disparidad de esta recuperación mundial, los mercados financieros carecen de una guía de estrategias adaptada a ella. Las estructuras cíclicas, normalmente las herramientas más convincentes de las que dispone el gestor responsable de la asignación de activos, apenas tienen valor cuando las recuperaciones son tan divergentes, cuando el desapalancamiento ejerce una influencia estructural tan poderosa y cuando la magnitud de la impresión de billetes por parte de los bancos centrales es tan colosal. En estas circunstancias, los manuales de economía no sirven de mucho. Por ello, los gestores responsables de asignar activos han tenido que adaptarse y deben continuar en esa línea, recalibrando sus modelos y prestando más atención a las medidas de los bancos centrales, a la política y a los flujos monetarios que reciben las clases de activos, y menos a los indicadores cíclicos.
Tirar los libros por la ventana

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