TRIBUNA de opinión de Paul O’Connor, responsable del Equipo de Multiactivos de Henderson Global Investors.
Como consecuencia de la disparidad de esta recuperación mundial, los mercados financieros carecen de una guía de estrategias adaptada a ella. Las estructuras cíclicas, normalmente las herramientas más convincentes de las que dispone el gestor responsable de la asignación de activos, apenas tienen valor cuando las recuperaciones son tan divergentes, cuando el desapalancamiento ejerce una influencia estructural tan poderosa y cuando la magnitud de la impresión de billetes por parte de los bancos centrales es tan colosal. En estas circunstancias, los manuales de economía no sirven de mucho. Por ello, los gestores responsables de asignar activos han tenido que adaptarse y deben continuar en esa línea, recalibrando sus modelos y prestando más atención a las medidas de los bancos centrales, a la política y a los flujos monetarios que reciben las clases de activos, y menos a los indicadores cíclicos.
Tres temas
Aunque muchas características del entorno macro descritas aquí tienen visos de persistir durante algún tiempo, vislumbramos un cambio clave en los próximos meses que podría tener un efecto prolongado en los mercados financieros. Nos referimos a la iniciativa adoptada por la Reserva Federal estadounidense de elevar los tipos de interés. Para nosotros, esta medida y las actuaciones similares que suponemos emprenderá el Banco de Inglaterra, anunciarán un cambio de régimen: de la era de liquidez exuberante de los bancos centrales, a un mundo con algo menos de liquidez pero con algo más de crecimiento. Basándonos en esta visión, destacamos aquí tres temas principales que ya están determinando nuestra asignación de activos actual:
1. Nos esperan bajas ganancias de renta fija. Los activos de renta fija cosecharon la mayoría de ganancias a partir de la abundante liquidez existente en el sistema, combinado con un bajo crecimiento, pero seguramente serán los más perjudicados por la constante evolución del entorno macro. Han pasado tres años desde que las rentabilidades de los bonos estadounidenses a 10 años tocaron fondo por última vez, y sospechamos que hemos vuelto a esa situación en casi todos los demás activos de renta fija, lo que sugiere que, a partir de ahora, las ganancias serán modestas, en el mejor de los casos.
2. La renta variable sigue siendo la mejor opción. Prevemos que la renta variable arroje ganancias aceptables a medio plazo, aunque inferiores a las que venían ofreciendo durante estos últimos años, favorecidos por la política monetaria. En esta etapa del ciclo, el dinamismo de los beneficios se convierte en el principal impulsor de las acciones, un factor que nos hace inclinar nuestras preferencias hacia la zona euro y Japón y nos mantiene en alerta sobre los mercados emergentes.
3. La volatilidad tiende al alza. La flexibilización monetaria, coordinada de los bancos centrales en los últimos años, tuvo un importante efecto amortiguador en la volatilidad de los mercados financieros durante los años posteriores a la crisis. No obstante, muchos activos financieros han comenzado a registrar una mayor volatilidad en los últimos 12 meses (y prevemos que esto siga así), lo que significa que los activos de riesgo seguramente sufrirán traspiés más frecuentes y que el entorno será más favorable a las estrategias de rentabilidad absoluta, dado su potencial para sacar tajada de la volatilidad a un ritmo más rápido.
En definitiva, nos hallamos en un periodo de recuperación, pero no como lo cuentan los libros de texto. Puede que la economía experimente una reflación, pero la inflación no es un factor tan característico como en anteriores recuperaciones, sino que se manifiesta a través de repuntes esporádicos de los precios de los activos o en ámbitos más localizados. Los precedentes históricos y las guías de estrategias cíclicas todavía pueden orientarnos, pero menos que en épocas pasadas en este mundo de divergencia, desapalancamiento e intervenciones de los bancos centrales sin precedentes. Prevemos que surgirán sorpresas y volatilidad, pero también muchas oportunidades para aportar valor a nuestras carteras a través de una asignación dinámica de activos.