Tres tipos de inversor: el analítico, el listo y el disciplinado. ¿Con cuál te identificas?

Fernando Gonzalez Ortega PBI
Cedida

¿Existe la piedra filosofal del éxito financiero? Charles Ellis, ex miembro del comité de inversiones de Yale, escribió un libro titulado Wining the loser´s game en el que describe los tres caminos para triunfar y ganar dinero a largo plazo en los mercados. Siguiendo las ideas de Ellis podríamos definirlos de la siguiente manera:

Trabajar más que el resto

Sería la opción físicamente agotadora: analizar con rigor y sin descanso economías, mercados y empresas con la esperanza generar más ideas de inversión exitosas –más Alpha, en el caso de los gestores– que el resto. Sin duda esta alternativa supone un gran esfuerzo, pero vemos que en estos años las energías se han centrado, más bien, en generar herramientas tecnológicas que suplan la limitada capacidad humana de procesar datos.

La pregunta que surge es si la tecnología de Big Data, o las que la sustituyan, reafirmaran a los inversores o gestores en este camino analítico. Dicho de otro modo: si disponer de herramientas que automatizan el proceso de generación de ideas, con un objetivo continuo de aprovechar nuevas fuentes de información (por ejemplo, la información transmedia: imagen, voz, texto), será la ventaja competitiva más decisiva, el modo de superar ese understanding gap que nos bloquea el paso. No lo sabemos.

Lo que sí sabemos es que este tipo de herramientas conducen a una mayor eficiencia en la asignación de precios, pero sin que se llegue a reducir –y quizá esta es la clave– la aleatoriedad de los mercados.

Ser más listo que el resto

Hablamos de los gurús de la inversión y de la opción mentalmente agotadora, como la define Ellis.

Bill Gross, el Rey de los bonos, creador de la prestigiosa firma PIMCO, podría ser un representante cualificado de este estilo inversor en el que lo determinante es ver más allá, ser más inteligente que la competencia, arriesgar y llegar el primero.

Atendiendo a la reciente trayectoria de Bill y la de otro tipo de gestores encumbrados –podríamos mencionar el caso reciente de Neil Woodford, el Oráculo de Oxford–, se demuestra que nadie posee el don permanente de ver más allá y acertar sistemáticamente en las inversiones. Es más, la mucha inteligencia unida a la fama pueden jugar malas pasadas, como la de empezar a creer en la propia infalibilidad, en ocasiones en las que lo determinante ha sido el factor suerte. Fooled by randomness, así titula Nassim Nicholas Taleb su bestseller, y nos parece que resume bien ese fenómeno.

Ser más disciplinado que el resto

Ellis afirma que uno de los puntos más importantes para un inversor es minimizar los errores; inspirándose en el tenis profesional, lo ejemplifica con el juego del perdedor. Y ¿cuál es ese juego? Los buenos jugadores ganan sumando puntos contra sus oponentes –el juego de los ganadores–, y los principiantes suelen perder cometiendo errores no forzados. El juego del perdedor es la estrategia del jugador más humilde que gana evitando este tipo de errores. Las similitudes con el mundo de las inversiones son evidentes.

Hoy en día se corre el riesgo de poner demasiado énfasis en las circunstancias geopolíticas a corto plazo, en modas, y no lo suficiente en decisiones respaldadas por políticas a largo plazo, en una correcta diversificación y liquidez de las inversiones o en un marco estructural adecuado.

Según Ellis esto es lo que lleva a ganar en el largo plazo jugando al juego del perdedor, aunque en realidad tenga poco de lúdico y exija una disciplina esforzada como la de los inversores más analíticos.