Oriol Ramírez-Monsonis (WTW): "Se abre una nueva era para la gestión activa"

Oriol Ramírez
firma: Cedida (WTW)

Tras el annus horribilis en que se convirtió 2022 para la gestión activa de fondos, podría estar abriéndose una nueva etapa en la que los gestores activos pueden volver a ganar brillo. Así lo creen desde la consultora WTW, desde donde apuntan a que el terreno de juego para la gestión activa de fondos está cambiando. “Podríamos estar ante una nueva era para la gestión activa”, afirma Oriol Ramírez-Monsonis. El director en el área de Investments de WTW España ve seis razones de peso que lo sustentan.

Dispersión de rentabilidades

“En primer lugar, si el año pasado la fuerte subida de los tipos de interés alteraba los valores relativos que los inversores estaban dispuestos a pagar por las acciones, ahora el motor de los mercados bursátiles puede desplazarse hacia un flujo de noticias en torno a los beneficios empresariales. Dado que la elevada inflación y la ralentización de la economía afectarán a los beneficios de las empresas de diversa manera, es probable que se produzca una amplia gama de rentabilidades bursátiles”, subraya.

En este contexto, el experto considera evidente la necesidad de que el gestor sea capaz de identificar y separar los valores que se enfrentan a amenazas relevantes de aquellos otros que tienen un futuro más brillante. “Los gestores activos de fondos son los más capacitados para encontrar las empresas que puedan sortear un entorno complicado analizando factores como su capacidad de fijación de precios, la consecución de beneficios y los márgenes de estos beneficios, o tener bajos niveles de endeudamiento”.

Surgimiento de nuevos estilos o temáticas de inversión

A su juicio, un segundo factor que puede indicar la recuperación del papel del gestor activo de fondos es el surgimiento de nuevos estilos o temáticas de inversión. “Por ejemplo, podría estar a punto de agotarse la tendencia predominante en la década anterior a 2022, cuando las rentabilidades del mercado de renta variable estuvieron lideradas por un puñado de megaempresas tecnológicas, especialmente en Estados Unidos. Los ganadores de entonces podrían enfrentarse ahora a ventas continuadas, y otras áreas del mercado que se habían estancado entonces podrían tener un mejor desempeño en esta nueva etapa, por ejemplo, las acciones value. Dado el nuevo orden del mercado, es probable que haya ganadores ocultos en este nicho, y habrá que tener buen ojo para encontrarlos”.

Descenso de beneficios por parte de algunas empresas

En su opinión, también hay que tener en cuenta como tercer factor la alta probabilidad de que algunas empresas vean descender sus beneficios, unos beneficios que, durante más de una década, se vieron estimulados por la globalización, la baja inflación y el bajo precio del dinero. “Esto podría afectar al precio de sus acciones y, en este marco, es inestimable el valor de los profesionales experimentados en la gestión activa para localizar a las empresas que tengan mayores capacidades”.

Pérdida de hegemonía de Estados Unidos

El cuarto punto que les hace pensar en el regreso de la gestión activa al primer plano es que Estados Unidos está perdiendo la hegemonía que mantuvo durante ocho de los últimos 10 años. “Hoy, dado que la inflación está afectando a los países de diferentes maneras, es necesario un enfoque de inversión global, con asignadores de activos que puedan dirigir partes del efectivo de la cartera a diferentes mercados en función de cómo se vea afectada la economía. Esto no suele ocurrir con las estrategias globales de gestión pasiva”, señala Ramírez-Monsonis.

Valoraciones

A su entender, a todo ello se suma otro factor determinante: las grandes diferencias en las valoraciones de las acciones actualmente permiten que los gestores activos de fondos puedan encontrar empresas baratas con posibilidades de obtener buenos resultados a largo plazo, al tiempo que evitan las que parecen sobrevaloradas y caras. “De hecho, las dos últimas ocasiones con variaciones en las valoraciones de las acciones tan amplias fueron la burbuja tecnológica en los albores del milenio y la crisis financiera mundial. Tras ambos periodos, la gestión activa obtuvo buenos resultados”.

El debate gestión activa versus pasiva lleva mucho tiempo abierto, con defensores y detractores de ambas modalidades. Según Ramírez-Monsonis, muchos inversores entienden que no se trata de una disyuntiva, sino que las carteras se construyen mejor combinando ambas opciones. “La gestión pasiva se ha visto favorecida por una etapa –ya pasada– en la que el dinero era barato y los tipos de interés bajos, lo que ha contribuido a elevar los mercados en rasgos generales. Sin embargo, desde 2022, la inflación y los tipos de interés más altos están cambiando el statu quo, y los mercados, cada vez más complejos, van dejando un rastro de ganadores y perdedores en el que se antoja necesario encontrar gestores altamente experimentados que sean capaces de destacar y sacar valor de su gestión”.

A su entender, llega una nueva etapa de buenos resultados para la gestión dinámica y activa, realizada por equipos especializados que estén vigilando continuamente el mercado y localizando las mejores opciones de inversión.