Los expertos de Fidelity se ponen en la piel de un inversor alcista y un inversor bajista para determinar qué razonamientos les llevan a tomar decisiones de compra o venta sobre la bolsa china.
“Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”, afirmaba Groucho Marx. Con esta misma filosofía, y ejerciendo como abogados del diablo, los expertos de Fidelity International han publicado un informe titulado Inside China en la que esgrimen los razonamientos en los que apoya su tesis de inversión un inversor alcista en renta variable china, a los que recurre un inversor bajista y, finalmente, la visión que tienen en la propia gestora sobre el rumbo de esta clase de activo.
Los argumentos de los “osos”
La postura generalizada entre los inversores que se declaran bajistas en China es que el país está al borde de sufrir una crisis financiera sistémica, agravada por el alto apalancamiento y la caída de las reservas de divisas internacionales; a esta situación se debería sumar, indican desde Fidelity, la previsión de que la tasa de paro se dispare en el futuro, amenazando a la estabilidad social.
“Los bajistas se centran en el crecimiento del PIB y arrojan dudas sobre la exactitud de los datos oficiales de crecimiento. En lugar del 6,9% que se ha anunciado, sospechan que el crecimiento está más próximo al 4%, con niveles muy inferiores en algunas áreas de la economía. Para ellos, la transición económica es lenta o inexistente y tienen datos sólidos que avalan su tesis” continúan desde la gestora. Entre dichos datos incluyen el descenso de los PMI, la caída de la producción eléctrica y del acero y el incremento del paro en las fábricas y el sector de los recursos naturales.
“Los bajistas podrían admitir que ha habido crecimiento en áreas de la nueva economía, pero esgrimen informes que relevan que a las tasas actuales, la transición podría tardar 30 años o más en realizarse”, indican desde Fidelity como argumento adicional. También observan que los bajistas “están prestos a señalar lo que ellos consideran importantes errores cometidos por las autoridades chinas cuando el mercado de acciones A se desplomó durante el verano”, errores que han minado su confianza en las autoridades chinas.
¿Qué piensan los “toros”?
Desde la gestora constatan que los alcistas prefieren ver el vaso medio lleno, pues consideran que es realista que el PIB chino alcance el 6,5-7%. Argumentan para justificar este punto de vista que “el crecimiento en las áreas de la nueva economía es más difícil de cuantificar que en la vieja economía y, por tanto, la fortaleza de la nueva economía todavía no se refleja adecuadamente en el dato del PIB”.
En esta línea, los alcistas también conocen la caída del PMI general, pero a diferencia de los alcistas subrayan que los PMI de servicios y no manufacturero sí se encuentran en territorio de expansión, y que siguen creciendo en tasa interanual la producción industrial y el inmovilizado. Asimismo, destacan el crecimiento de los salarios y de los préstamos en renmimbi, así como la estabilidad de las ventas minoristas (un indicador clave de la nueva economía).
“Ciertamente, los consumidores chinos están en auge: el gasto de los turistas chinos se ha disparado. Los precios inmobiliarios y los volúmenes de operaciones en las grandes ciudades están subiendo. Las ventas minoristas han permanecido estables durante las fases de ascenso y caída de las bolsas del país. De hecho, a pesar de todo, la bolsa de Shanghái ha batido a la del Reino Unido, EE. UU. y gran parte de Asia este año”, resumen desde Fidelity.
A diferencia de los bajistas, los alcistas no se sirven exclusivamente de los indicadores económicos, pues añaden la buena marcha de la agenda de reformas y el colchón que suponen las reservas de divisas.
Visión de Fidelity
La postura oficial de la firma norteamericana se resume así: “Un viaje accidentado, pero exitoso”. “Nuestra hipótesis de trabajo pronostica un complicado ejercicio de equilibrios acompañado de obstáculos, riesgos y volatilidad, es decir, un viaje accidentado durante los próximos años, pero al final una reorientación que dará una nueva forma a China y a su lugar en el mundo”, amplían los autores del informe.
Desde la gestora han llegado a esta conclusión por sendas diferentes a las caminadas por alcistas y bajistas, pues la hipótesis inicial de trabajo estudia las divergencias económicas regionales que se observan dentro de China en vez de aplicar datos y observaciones a China como un conjunto: “China es un país extenso y diverso, con gran parte de las industrias de la vieja economía que crecen poco o nada situadas en sus provincias del noreste (donde se centran los bajistas). Como contrapunto tenemos las provincias costeras, donde se asientan las dinámicas actividades de servicios y consumo de la nueva economía y donde se fijan los alcistas. Es importante tener en cuenta las diferencias regionales, ya que ponen de relieve una laguna importante de las tesis alcistas y bajistas: suelen fijarse en conjuntos de datos estrechos y aplicarlos al conjunto de China”, resumen desde la entidad.
El otro elemento diferencial de la hipótesis de trabajo es que, en vez de prestar tanta atención a la cifra de crecimiento del PIB, se fija en los aspectos cualitativos de la transición económica yen el éxito actual y futuro de la agenda de reformas en marcha. En este contexto, los factores clave del estudio son la calidad del crecimiento (no la cantidad) y el paso de depender de una industria con grandes necesidades de capital, la deuda y la inversión a depender más del consumo interno.
“A efectos de comparación con las tesis alcistas y bajistas, podríamos decir que nuestra hipótesis de trabajo prevé un crecimiento del PIB del 5,5-6%. No hay ninguna fórmula detrás de esta cifra, simplemente se acerca al punto medio de las tesis alcista y bajista”, concluyen los autores del informe.