¿Recuerdan las monedas de cinco duros que tenían un agujerito en el centro? Forman parte de los recuerdos más vivos de mi infancia. Y no sólo porque con una de ellas era posible comprar un flash de lima-limón del tamaño de un iceberg. Ni porque siempre se conservaba una, como oro en paño, para atar a la cuerda de la peonza... Eran, y siguen siendo en mi familia, un complemento imprescindible para el San Pancracio. La imagen del santo con su moneda y su ramillete de peregil, que se cambiaba religiosamente, es todo un clásico en las casas de mi madre y mi abuela. Además de buscar buena suerte para el hogar, se suele pedir a San Pancracio que nunca falte el trabajo y que éste vaya bien.
Este es un artículo exclusivo para los usuarios registrados de FundsPeople. Si ya estás registrado, accede desde el botón Login. Si aún no tienes cuenta, te invitamos a registrarte y disfrutar de todo el universo que ofrece FundsPeople.