Los puntos álgidos del crecimiento de los beneficios se han producido, de media, más de tres años antes de las recesiones, y el S&P 500 ha registrado una rentabilidad media de aproximadamente el 40% durante estos periodos.
Los inversores temen que el mercado no pueda seguir revalorizándose en un contexto de ralentización de la economía y de moderación del crecimiento de los beneficios. Si bien la mayoría de las previsiones de las gestoras de fondos apuntan a que el crecimiento del PIB caerá después de la sólida trayectoria del año pasado, es posible que la economía siga expandiéndose a un ritmo medio/bajo (en torno al 2%). Esto genera algunas preguntas a nivel corporativo. Si los beneficios empresariales han tocado pico… ¿es una razón para vender renta variable?
En primer lugar, conviene tener en cuenta que existe una diferencia entre una ralentización en la que el PIB se normaliza desde niveles muy elevados e impulsado por factores difícilmente comparables (con el estímulo de una reforma fiscal) y un desplome previo a una recesión.
“Históricamente, el punto álgido del crecimiento de los beneficios no siempre ha conllevado el fin del ciclo económico o empresarial. De hecho, los puntos álgidos del crecimiento de los beneficios se han producido, de media, más de tres años antes de las recesiones, y el S&P 500 ha registrado una rentabilidad media de aproximadamente el 40% durante estos periodos”, revela Jeff Schulze, director de estrategia de ClearBridge, filial de Legg Mason Global AM.
La cuestión ahora es… ¿qué esperar de la próxima temporada de resultados? La renta variable internacional ha experimentado un repunte desde el inicio de 2019 tras registrar el año pasado la caída más marcada desde 2008. Con todo, ello no ha servido para contrarrestar el pesimismo sobre la actual temporada de resultados.” Los analistas han reducido drásticamente sus previsiones, y creemos que existe cierto margen para que se lleven a cabo más revisiones a la baja de los beneficios. Esta coyuntura exige hace gala de prudencia a la hora de equilibrar el riesgo y la rentabilidad en el seno de las carteras”, afirma Richard Turnill, director mundial de Estrategia de Inversión en BlackRock.
El pesimismo respecto de los beneficios empresariales resulta evidente. La confianza se sitúa en su nivel más bajo desde mediados de 2016, tal y como sugiere la ratio de revisión de beneficios (o RRB, que mide la cantidad de revisiones al alza de los analistas frente a aquellas a la baja). La ratio para las compañías internacionales a principios de enero se sitúa en torno a un 25% por debajo de la media histórica ante la temporada de resultados del cuarto trimestre. “Generalmente, la RRB y la renta variable han fluctuado al unísono: una falta de confianza en el plano de los beneficios se asocia con una caída de los precios de las acciones y viceversa”, indica Turnill.
A juicio del experto, existe cierto margen para que se realicen más revisiones a la baja de los beneficios, aunque el RRB se acerca ya a sus niveles mínimos (excluyendo periodos recesivos). “Los beneficios en Estados Unidos están dejando atrás los efectos derivados del estímulo presupuestario y de los recortes fiscales de 2018, y dejan el listón en un nivel que será difícil rebasar. Se espera que los beneficios por acción (BPA) de la renta variable internacional crezcan un 6,6% en 2019, frente al 14,9% de 2018, según las estimaciones de consenso”, concluye.