Entre octubre de 2015 y octubre de 2016, el conjunto de monetarios en euros, dólares, libras y francos suizos captaron 149.407 millones de euros. Patrick Simeon, director de gestión de mercados monetarios de Amundi, analiza la tendencia.
El BCE anunció en su última reunión su voluntad de extender su programa de adquisición de deuda soberana (PSPP) hasta finales de año, aunque reduciendo a partir de abril el volumen de compras hasta los 60.000 millones de euros al mes. Esta extensión del QE provocará la profundización de los tipos negativos en la deuda soberana. Y esto plantea una paradoja que explica Patrick Simeon, director de gestión de mercados monetarios de Amundi: “Los gestores de monetarios tenemos que afrontar un entorno caracterizado por políticas monetarias muy laxas por parte del BCE, y al mismo tiempo con tipos negativos muy extendidos, especialmente en la parte corta de la curva”.
“Las nuevas condiciones del QE añadirán un exceso de liquidez con la intención de que sea transferida a la economía real, aunque no será efectiva directamente”, continúa Simeon. Según sus cálculos, el exceso actual de liquidez en el mercado europeo ya equivale a 1,2 billones de euros. Teniendo en cuenta dónde están los precios de la mayoría de los bonos soberanos, “resulta difícil encontrar soluciones para invertir el efectivo proporcionado por el BCE y transmitirlo a la economía real. Esto explica el estrés en la parte corta de la curva”, afirma el experto.
Es en este contexto en el que se explica el apetito continuado de los inversores – sobre todo de los institucionales- por fondos monetarios. “Permiten invertir de una forma muy segura y resulta más eficiente que depositar el dinero en la ventanilla de depósitos del BCE, donde cuesta un 0,4%”, añade el experto de Amundi.
La previsión del consenso de volatilidad al alza para 2017 también es de apoyo para la demanda de esta clase de instrumentos: “Cada vez que hay una gran incertidumbre en los mercados, los monetarios se convierten en una herramienta muy conveniente para invertir. Se han perfilado como la opción para gestionar efectivo de la forma menos costosa”, explica el experto.
Esto es precisamente lo más curioso es del apetito de los inversores: éste se mantiene incluso a pesar de que los propios monetarios también han empezado a registrar rendimientos negativos, en parte por la fuerte contracción de tipos y en parte por los costes derivados de los constantes flujos de entrada y salida y por las propias restricciones asociadas a los fondos. Los monetarios de Amundi no han aumentado el nivel de riesgo de la cartera para evitar los tipos negativos, por lo que no han sido ajenos a los números rojos.
La otra gran consecuencia que ha observado el director de gestión tiene que ver con los grandes damnificados por los tipos negativos, los bancos de la zona euro: “Los bancos no quieren traspasar los tipos negativos a los clientes que tengan efectivo en sus cuentas corrientes. Por eso, les persuaden para que inviertan en otros productos de inversión, como los fondos. Hemos observado una gran rotación de depósitos a otros vehículos de inversión en el último año”.
Estructura del mercado y usos de los monetarios
Según datos de Morningstar Direct, entre octubre de 2015 y octubre de 2016 (último dato disponible), el conjunto de monetarios en euros, dólares, libras y francos suizos registraron flujos netos de 149.407 millones de euros. La clase con mayores flujos de entrada fue la de monetarios en euros, con 63.042 millones, seguida curiosamente por la de monetarios de corto plazo en libras, con 47.308 millones. Las dos clases que registraron flujos negativos fueron los monetarios denominados en francos suizos (-1.715 millones) y los monetarios en dólares (-1.651 millones). Simeon explica que, de esa cantidad, aproximadamente un tercio de los fondos están domiciliados en Francia, otro tercio en Irlanda y otro tercio en Luxemburgo. En los dos últimos casos, la mayoría son fondos denominados en dólares o libras.
Amundi tiene un patrimonio de 170.000 millones de dólares en soluciones de liquidez. Su gama de producto se divide esencialmente en dos bloques: fondos monetarios (incluye una subcategoría de fondos monetarios de muy corta duración) y fondos de renta fija de corta duración.
Patrick Simeon cree que los monetarios y los monetarios de corta duración son “interesantes para gestionar el riesgo de contraparte, a partir de herramientas altamente diversificadas”. El uso principal de estos fondos es la gestión del efectivo operacional, tanto de grandes inversores institucionales (aseguradoras, fondos de pensiones) como de empresas. Simeon pone como ejemplo el de un cliente que depositó temporalmente una gran suma de efectivo en uno de los monetarios de Amundi, mientras que esperaba a que el regulador diera luz verde a su oferta de adquisición de otra compañía.
En cambio, el experto advierte que los fondos de renta fija de corta duración están destinados a clientes que tengan un poco más de visibilidad sobre el uso que quieren hacer con su efectivo, pues el horizonte ideal de inversión se sitúa entre los seis y los doce meses, con un poco más de volatilidad que los fondos monetarios.
Los principios que rigen al equipo de soluciones de liquidez de Amundi son “seguridad, liquidez, baja volatilidad y rentabilidad”, y se aplican a toda la gama de fondos. Otra de las peculiaridades de la gestora es que la liquidez se gestiona por activos, pero también por pasivos. Para conseguirlo, se recurre a instrumentos líquidos como depósitos y derivados, se procura una gran diversificación por número de emisiones, países y sectores y, de forma importante, la gestora está haciendo un gran esfuerzo para mantener una base amplia y diversificada de clientes que presenten distintos patrones de inversión en efectivo. “Tener una base amplia e internacional de clientes sirve para amortiguar la estacionalidad de distintos inversores y una gestión estable de los flujos”, concluye Simeon.