Ahora que el petróleo ha tocado recientemente la cota psicológica de los 80 dólares el barril, no está de más echar la vista atrás y comprar que, en los últimos dos años, el consenso de mercado había pronosticado de manera continuada que el Brent (de referencia en Europa) se iba a mantener en torno a los 50 dólares el barril. Se trata de un cálculo más bajista que el manejado por los analistas de Brandywine Global, filial de Legg Mason Global AM, que habían estimado un rango de entre 60 y 80 dólares el barril. ¿Qué explicación está detrás de esta brecha de valoración?
En primer lugar, los expertos recuerdan que los participantes en el mercado del crudo – traders, productores, economistas- “tienden a gravitar en torno al precio actual en cualquier momento dado, tomándolo como el precio correcto”. Irónicamente, como muchos podrán recorder, en los últimos diez años el precio correcto para el crudo ha llegado a alcanzar cotas tan altas como los 100 dólares el barril, y cotas tan bajas como los 30 dólares.
Desde Brandywine afirman que las razones que explican la dificultad para realizar una predicción correcta sobre el precio del petróleo son primordialmente de tipo conductual. Citan concretamente el sesgo de inmediatez (el mercado toma como referencia el precio más reciente del Brent), el sesgo de anclaje (muy similar al anterior) y el sesgo de extrapolación (utilizer el precio del crudo como referencia para calcular otras cotizaciones). También el sesgo de pronóstico de mercado, que describen como “la creencia de que incluso los precios más difíciles no han sido pronosticados correctamente en el pasado, pero que en el futuro será diferente”. En este ultimo caso ponen como ejemplo paradigmático el fallo de los cálculos para determiner el ritmo de producción de petróleo de esquisto en EE.UU. y las motivaciones de los productores.
Caso práctico
“Los datos pueden ayudar a superar algunos de estos errores, pero tiene que estar claro qué están reflejando los datos”, añaden los analistas. Ponen el siguiente ejemplo de cómo una u otra interpretación de los datos pueden llevar a distintas conclusiones: partiendo de la premisa – a partir del análisis de resultados financieros corporativos- de que las petroleras dejan de ser rentables con el petróleo a 30 dólares, y que un barril a 30 dólares supone un incremento brutal de los déficit por cuenta corriente de las petroleras estatales, la conclusión a la que llegaron los expertos es que los 30 euros no eran sostenibles para nadie en periodos largos de tiempo.
También observaron que el nivel de los 50 dólares ha sido percibido por inversores y empresas como un punto más cercano al breakeven, aunque indican que esta premisa supone aceptar dos afirmaciones: que entonces las compañías privadas no tendrían necesidad o querrían obtener un retorno acceptable sobre el capital, y que el barril a 50 dólares sería un nivel más cómodo para las petroleras estatales (ver tabla).
“Estas dos asunciones necesitan ir juntas, a no ser que creas que la producción de esquisto en Norteamérica puede subir de forma sustancial e indefinida”, afirman desde Brandywine Global. Lo que han podido constatar en retrospectiva es que la primera de las afirmaciones aún es operative: “La producción estadounidense de esquisto está subiendo otra vez, aunque no al mismo ritmo que la demanda global, y las nuevas noticias recientes están empezando a detectar cuellos de botella y desafíos en áreas como la Cuenca Pérmica (el mayor campo de petróleo de EE.UU., situado entre Texas y Nuevo México)”.
En cambio, los analistas creen que la publicación de datos en los últimos tres años cuestiona la segunda asunción: “El gasto sobre capital está a la baja, como reflejan los ingresos procedentes del servicio y de los proveedores de equipamiento, y ha caído dramáticamente el número de nuevos descubrimientos. La mayor parte del gasto se ha centrado en las áreas de producción existentes”. La concatenación de todos estos acontecimientos ha provocado la caída de la producción en la mayor parte de los pozos productores, aunque desde Brandywine Global creen que “esto no puede ser sostenido indefinidamente”.
También en relación con la segunda premisa, los analistas afirman que “la idea de que las petroleras estatales empezarían a invertir dinero otra vez con el barril por encima de 50 dólares ahora parece tener defectos”. Citan, por ejemplo, que ahora el precio objetivo del crudo según la OPEP se sitúa en los 70 dólares el barril. “Los miembros de la OPEP recortaron la producción en un porcentaje de un dígito colectivamente, y han visto que los ingresos han subido más del 50%. ¿Por qué tendrían que finalizar esta política?”, reflexionan.
Volviendo a la idea inicial sobre el precio objetivo de 50 dólares, los analistas concluyen que este precio “no estimuló a la actividad globalmente como se anticipaba, y ahora tenemos una escasez de oferta respecto a la demanda”. Como resultado, los inventarios se han reducido rápidamente, de manera que, después de los máximos históricos vistos durante el último gran mercado bajista del crudo, ahora vuelven a estar cerca de su media de cinco años… con el matiz de que “la media a cinco años no tiene en cuenta que la demanda ha estado creciendo, y por tanto el número de días de inventario ahora se encuentra por debajo de la media de cinco años. Esto ayuda a explicar el alza del precio del crudo”, sentencian.
¿Qué esperar en el futuro próximo?
Desde Brandywine realizan un último apunte: consideran que la escasez actual de oferta puede revertirse con facilidad. “El esquisto seguirá creciendo este año, pero los proveedores de mayor tamaño creen que la fuerte falta de inversión fuera de EE.UU. empezará a reflejarse en caídas de la producción normal”.
Como resultado, observan el crecimiento de la preocupación en torno a la posibilidad de que el precio del barril vuelva al rango de los 80-100 dólares, al tiempo que constatan el descenso de popularidad del pronóstico de 40-60 dólares en el corto a medio plazo. “No se puede descartar el rango de 120-150 dólares en un escenario de repunte de la volatilidad, que podría estar provocado por la regulación sobre el combustible marítimo, que gravaría los costes del transporte, o por eventos geopolíticos en Oriente Medio, un colapso completo de la producción venezolana, u otros factores”, sentencian.