Con los tipos de interés en mínimos históricos y sin perspectiva de subida a medio plazo, los fondos de inversión más conservadores no encuentran activos en los que rascar rentabilidad sin asumir riesgo.
En el escenario actual, con los tipos de interés en mínimos históricos y sin perspectiva de subida a medio plazo, los fondos de inversión más conservadores no encuentran activos en los que rascar rentabilidad sin asumir riesgo.
Por poner un ejemplo, un fondo monetario invierte en depósitos bancarios y emisiones de deuda a muy corto plazo. Pues bien, la mitad de la deuda pública emitida en la eurozona ofrece tipos de interés negativos y los depósitos bancarios llevan años ofreciendo rendimientos cercanos al 0%.
“El Euribor y la curva del bono soberano en tipos negativos hasta el plazo de 5 años, mientras la remuneración de los depósitos en los bancos es cero o negativa, hacen que la deuda corporativa vía pagarés a corto plazo sea una alternativa para las carteras de inversión”, explica Gloria Martínez, gestora de Sabadell AM.
Los pagarés son activos financieros a corto plazo, de duración de una semana a 12 meses, y se emiten al descuento, con rendimiento implícito. Se trata de una forma de financiación muy común entre las empresas españolas. Las emisiones se realizan al amparo de un programa que establece un saldo máximo de emisión. El procedimiento de emisión es por adjudicación directa o adjudicación por subasta y cotiza en el mercado MARF, AIAF (nacional) o ECP, mercado europeo que coexiste con los domésticos.
Al final, “estás ayudando a una empresa a resolver su problema de financiación o a abaratar su gestión de liquidez a corto plazo”, apunta Enrique Lluva, de Imantia Capital.
Ahora bien, es importante tener en cuenta una serie de factores a la hora de invertir en estos activo. “La calidad/calificación crediticia del emisor así como su solvencia a corto plazo; la rentabilidad del mismo así como de otros instrumentos comparables (sustitutivos); el vencimiento del pagaré; y, por último, la liquidez”, aconseja Martínez.
Precisamente, esto último es uno de los contras de esta inversión. “Estos activos son muy poco volátiles, prácticamente no varían el precio en su vida, el riesgo es bajo, pero no tienen liquidez. Por eso procuro tener los nombres muy diversificados e incluso distintos plazos dentro de la misma compañía.”, admite Lluva. De hecho, estos activos solo pueden pesar un 15% en el fondo.
Para solventar este inconveniente, Martínez apunta que, “como los vencimientos de los pagarés suelen ser a un plazo entre 1 y 3 meses, puedes ir adecuando las renovaciones a las necesidades de liquidez en cada vencimiento”.
Un mercado en auge
Lo que está claro es que el apetito por este tipo de productos ha provocado su auge en el mercado. El saldo vivo en pagarés en MARF es de 2.300 millones de euros. Y solamente durante los cuatro primeros meses del año ha experimentado un crecimiento del 33%. “El mercado está creciendo muchísimo. Es muy probable que el mercado de pagarés a través de MARF que se duplique en volumen en 2019 y más que duplique en emisores”, vaticina Lluva.
De momento, aunque depende de la calificación crediticia, plazo y tamaño. En un pagaré con grado de inversión, a 3 meses la rentabilidad es negativa entre -0,25%/-0,33%. Sin rating /High Yield a 3 meses la rentabilidad es positiva 0,10%/0,30%.
“La cartera que tengo ahora de pagarés da una rentabilidad del 0,66% con una duración de 6 meses. El dinero a 6 meses vale -0,40%, por lo que estoy invirtiendo 116 puntos básicos por encima del dinero libre de riesgo, que es el EONIA”, explica Lluva.