La polémica en torno al uso de tipos negativos como una herramienta de política monetaria ha experimentado una vuelta de tuerca. El FMI publicaba el pasado 10 de agosto un documento en el que, si bien admitía que la política del BCE ha tenido “resultados satisfactorios”, su puesta en marcha “presenta singulares desafíos en la zona euro”. El mismo documento sugería que este tipo de políticas heterodoxas tienen límites y cuestionaba implícitamente la conveniencia de seguir aplicándolas, ante las distorsiones que están generando en los mercados.
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