Productos estructurados: ¿se puede aprender del futuro?

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Nigel Tadyanehondo, Unsplash

Artículo escrito por Javier Martínez López, Director de Consultoría Estratégica y Productos Estructurados de A&G

En los últimos meses hemos descubierto que nuestra zona de confort puede cambiar rápidamente. La crisis sanitaria, económica y política ha dejado traslucir nuestra vulnerabilidad y la pésima capacidad política, sanitaria y de gestión en la que se encuentran muchos países a los que se llama “desarrollados”.

Incertidumbre y salud financiera

Las crisis son impredecibles y generan una continua incertidumbre. Su principal efecto sobre el inversor es la ansiedad, que procede de la incapacidad para comparar el presente con cualquier escenario que hayamos experimentado anteriormente. Cuando carecemos de analogías con el pasado es muy difícil imaginar cómo pueden desarrollarse los acontecimientos futuros. La falta de puntos de referencia produce una ansiedad generalizada que dificulta la toma de decisiones. De hecho, comprendemos mejor las situaciones de riesgo que las de incertidumbre.

Un reciente estudio realizado en Estados Unidos (EBTS Metlife) ha determinado que la salud financiera se encuentra entre las mayores preocupaciones de los trabajadores. De hecho, dos de cada tres aseguran sentirse más estresados que antes del inicio de la pandemia, y más de la mitad (52%) muestra una mayor preocupación por su salud financiera, por encima de otros aspectos de bienestar como la salud física, mental y social. Por tanto, contribuir a mejorar la salud financiera es clave para navegar por esta nueva realidad.

En los próximos años el sistema financiero debe ser más consciente sobre cómo recuperar la calma del inversor. Los Bancos Centrales deben hacer su parte mediante la inyección de estímulos monetarios. Los Gobiernos deben ser menos políticos y mejores gestores y facilitar los estímulos fiscales necesarios. Las entidades deben generar formas más eficaces de interactuar con los clientes y los Banqueros estar más cerca de ellos, puesto que son la figura clave que aporta confianza y ayuda a reducir la incertidumbre y la ansiedad del cliente.

¿Cómo pueden contribuir los productos estructurados?

El inversor ha sufrido la volatilidad del mercado y necesita herramientas para controlar los riesgos y a volver a la senda de los rendimientos. Incorporar productos estructurados en las carteras permite de antemano conocer y gestionar los riesgos derivados de cada inversión y proporciona un mapa sobre los rendimientos que tendrá la cartera en los años siguientes.

Recordemos que los productos estructurados son vehículos financieros de inversión que bien participan de la evolución de determinados activos (índices, acciones, etc.) o bien generan cupones durante la vida del producto. Pueden utilizarse como alternativa a las inversiones tradicionales en renta variable y renta fija, por lo que se pueden combinar hasta conseguir la solución que mejor se adapte a su situación particular.

La utilización abusiva en el pasado por parte de algunas entidades de los estructurados aprovechándose de sus clientes ha generado su clasificación como productos complejos y una mayor vigilancia por parte de los reguladores para incrementar la protección del inversor.  Actualmente la mayoría de las entidades, emiten productos con liquidez donde se transparenta al inversor toda la información de los rendimientos esperados, riesgos y costes del producto.

Antiguamente se utilizaban las herramientas de backtesting para, basándose en el análisis de los datos históricos reales, obtener conclusiones del posible comportamiento de los productos. Pero como sabemos, rendimientos pasados no garantizan rendimientos futuros. En los últimos años, las entidades y reguladores apuestan por sustituirlo por el análisis de escenarios futuros. Se pretende contemplar todas las alternativas posibles que ofrece cada producto y “aprender del futuro”, es decir elegir un camino de inversión, imaginando y teniendo en cuenta todos los escenarios. De alguna manera se solicita a las entidades que institucionalicen la imaginación.

Ventajas e inconvenientes

Lo que no se escapa a nadie es que la crisis ha dejado un escenario de mayor volatilidad y, las fuertes caídas de los activos, precios de entrada más bajos. Por ello los productos estructurados más populares de los últimos meses han sido los más beneficiados por el incremento de la volatilidad; productos autocancelables vinculados al comportamiento de los principales índices de referencia, S&P 500 y Eurostoxx 50; seguidos de los productos de participación o “outperformance certificates” y; para las carteras menos atrevidas, se ha buscado protección de capital. Pero esta crisis está demostrando que el sector bancario está bien capitalizado y aunque sus diferenciales de crédito han aumentado, lo han hecho desde una base muy baja, por lo que las características de los estructurados con capital garantizado han sido menos atractivas que en anteriores crisis.

Los principales inconvenientes son la liquidez, la información, el coste y los riesgos asociados al emisor. Con respecto a los dos primeros, la mayoría de emisores de calidad o “investment grade” ya proporcionan un auténtico mercado secundario que aporta liquidez real. En cuanto a costes, en los últimos años todas las emisiones ya incorporan en su documento informativo obligatorio “KID” la relación de costes asociados desglosada.

Anteriores crisis nos han enseñado que hasta emisores con buenas calificaciones crediticias pueden llegar a quebrar. Por ello es importante tener acceso a distintos emisores de forma que la diversificación del riesgo de crédito en las carteras aporte tranquilidad.

Ahora más que nunca es necesario estar cerca de los clientes. El Banquero es la figura clave, el eslabón entre la situación general del mercado y la particular de cada inversor. Los gestores deben disponer de todas las herramientas necesarias y la incorporación de productos estructurados en la configuración de las carteras de inversión puede aportar un elevado valor en cuanto a reducción de la incertidumbre y generación de rendimientos futuros conocidos con riesgos predeterminados.