Cuatro de las filiales de Legg Mason analizan el impacto positivo de las políticas prometidas por Donald Trump sobre la economía estadounidense.
Si por algo pasará 2016 a la historia, será por el desafío al sistema y el voto de castigo a los gobernantes por su gestión de la crisis. Los expertos de Legg Mason Global AM sitúan en esta línea las victorias de Donald Trump y el Brexit, que actuaron como “canalizadores del sentimiento proteccionista aislacionista y del desafío al principio de globalización”. Detrás del descontento de la población figuran factores como “el largo declive económico de la clase media, el descontento en torno a la destrucción de puestos de trabajo y el estancamiento de los ingresos”, explican desde la entidad.
Sin embargo, también ha sido notable la reacción del mercado, al poner sólo en precio los aspectos positivos de estas victorias. En concreto, se ha puesto en precio la promesa de más estímulos fiscales, que probablemente requerirá un aumento del endeudamiento al financiarse vía emisiones de bonos. “Es un tema candente en Europa, así como en EE.UU., donde muchas facciones se resisten a incrementar la ya sustancial cantidad de deuda soberana”, explican desde Legg Mason. Cuatro filiales de la firma analizan los aspectos verdaderamente positivos de las políticas del presidente electo.
Los analistas de RARE, la filial de Legg Mason especializada en infraestructuras, afirman que “se ha prestado mucha atención a los peligros de las políticas populistas, sin haber mucha gente que hable mucho sobre su potencial alcista”. “Lo que emana de las políticas populistas es la necesidad de gobiernos que empiecen a relajar el control de gastos y dirijan el gasto hacia sus mercados locales”, reflexionan los expertos.
En este contexto, desde RARE consideran que podría verse que “empiece a despegar el gasto fiscal público respecto a la política monetaria del banco central”. Su conclusión es que este movimiento podría ser “muy positivo”, porque “es mucho más fácil de entender y predecir el gasto gubernamental que las políticas monetarias”.
La observación que efectúan desde Brandywine es que “aunque la amenaza de proteccionismo extremo conlleva riesgos, podría emerger una postura más moderada sobre la globalización a partir de la retórica que han caracterizado al Brexit y a las elecciones estadounidenses”. En su opinión, “una economía estadounidense pro crecimiento – basada en la inversión en infraestructuras, impuestos más bajos a individuos y sociedades, menor regulación y más inversión en energía- sería en último extremo netamente positiva para el crecimiento económico global, incluso para países en desarrollo como México”.
“Puede que la sorpresa de 2017 sea que la aplicación de políticas específicas sobre comercio, impuestos y regulación que sean hechas con moderación sean favorables tanto para el crecimiento económico como para ciertos sectores de los mercados financieros”, corroboran desde EnTrustPermal.
Los expertos de Martin Currie centran su análisis en el impacto de los populismos sobre el Viejo Continente, no sin antes hacer notar que “en Europa, antes y después del Brexit, se ha estado recuperando la rentabilidad”. “Las elecciones, el sentimiento antisistema al alza y el regreso del problema de la deuda griega sin duda teñirán el discurso político, haciendo más difícil alcanzar un consenso”, reflexionan los expertos. En este contexto, sin embargo, creen que “la posibilidad de cambio podría provocar en realidad una coordinación”, en el sentido de que, en un contexto de crecimiento bajo continuado y separatismo político, “podría actuar como un catalizador para que los gobiernos tomen medidas para estimular a sus respectivas economías, lo que podría ajustar la dirección conjunta de la región”.
En cualquier caso, desde Martin Currie indican que serán “los proyectos que tengan un impacto inmediato” aquellos en los que ven “las perspectivas más interesantes para el crecimiento de largo plazo”. Así, explican que las empresas de los sectores industrial y de materiales básicos podrían sacar partido si los gobiernos deciden aumentar su gasto directo. En cambio, realizan una puntualización sobre el sector inmobiliario: “Mientras que los constructores británicos han visto cómo sus fortunas caían tras el Brexit, hay signos positivos para aquellas empresas con una exposición pan europea a real estate”.