El AXA IM Maturity 2020 es una de las grandes apuestas de AXA IM para afrontar el actual entorno de renta fija. En una entrevista con Funds People, el gestor explica el proceso de inversión y qué rentabilidad anualizada esperar de este producto.
El AXA IM Maturity 2020 es una de las grandes apuestas de AXA IM para afrontar el actual entorno de renta fija. Se trata de una estrategia que invierte en bonos corporativos de alto rendimiento emitidos en divisas europeas y con vencimientos en torno a septiembre de 2020. El objetivo del fondo es diversificar el riesgo idiosincrático a través de un gran número de emisiones con el fin de minimizar el impacto de cualquier posible impago. Cuenta con 107 emisiones en cartera. No tienen grandes posiciones en empresas o sectores concretos y utilizan sus propios modelos internos donde asignan calificaciones y valoraciones sectoriales y geográficas con el objetivo de mitigar el riesgo. En este sentido, tienen una limitación del 20% en el sector financiero, mientras que en el caso de mercados emergentes la inversión máxima es del 10%. “Con el fondo AXA IM Maturity 2020 pensamos que un inversor podría obtener una rentabilidad anualizada estimada de entre el 5,1% y el 5,6% basado en el rendimiento actual de nuestra cartera”, asegura Yves Berger, gestor del fondo. Esta estimación es bruta de comisión de gestión, y con la expectativa de que la cartera no sufra ningún impago durante el periodo de inversión.
La estrategia de selección de activos se fundamenta en cuatro premisas fundamentales. En primer lugar, creen que la clave para obtener rendimientos superiores a largo plazo en el mercado de bonos de high yield está en priorizar el cobro de los cupones frente a las posibles mejoras de precios y evitar las pérdidas de capital a través del análisis de crédito detallado. Desde el lanzamiento de sus estrategias europeas de high yield en el año 2002 han experimentado 5 impagos frente a los 99 que ha habido en el mercado. En segundo, invierten en bonos corporativos de empresas sin grado de inversión con posible mejora de los fundamentales y una alta probabilidad de mejor comportamiento gracias a su estabilidad de precio y mayor rentabilidad potencial total. Tercero: para generar valor y reducir la volatilidad, gestionan activamente el riesgo sector, emisor y de duración. En este sentido, la duración de la cartera es actualmente de 2,3 años. Y, cuarto: consideran que la diversificación es una característica muy importante en la estrategia. Achacan a la diversificación de la cartera el hecho de que el fondo muestre una volatilidad menor que la de su índice de referencia.
Dentro de la cartera, la exposición más amplia en cuanto a sectores se encuentra dentro del sector servicios (12,1%), donde apuestan por una amplia variedad de bonos con negocios muy diferentes entre sí. Por el contrario, han limitado la exposición al sector energético, donde en la casa han estado infraponderados respecto al índice de referencia en todas sus carteras y estrategias de high yield europeo. En el fondo AXA IM Maturity 2020 tienen actualmente una exposición del 2% al sector energético. Por calificación crediticia de los activos en los que invierten, tienen preferencia por los bonos con calificación B frente a los BB dentro de la cartera, ya que piensan que presentan un mayor atractivo ajustado por riesgo. “Los emisores con calificación BB típicamente ofrecen menos rendimiento, pero también cuentan con una serie de ángeles caídos que tienden a estar expuestos a mayores tasas de interés, y los riesgos de energía y de mercado emergentes”, indica Berger.
Su objetivo es identificar a empresas con una calificación por debajo de investment grade que tengan sólidos fundamentales del negocio y que puedan presentar una mejora de sus condiciones crediticias. Este proceso les lleva a darle mucha importancia al modelo de negocio de las empresas y la sostenibilidad de sus ingresos para poder mitigar el riesgo de pérdida de capital. El objetivo del gestor es minimizar la rotación en este fondo, por lo que considera importante tener en cuenta que, debido al nivel de riesgo de crédito en los bonos high yield, es fundamental hacer una gestión activa. En el equipo serían partidarios de implementar cambios en la cartera solo bajo tres circunstancias. En primer lugar, si obtuvieran ganancias de capital significativas en una emisión sin afectar al nivel de rendimiento esperado por el fondo. En segundo, si se produjese un deterioro de la perspectiva o la calidad crediticia de un emisor o de un bono en particular. Y, en tercer lugar, en caso de que un bono sea amortizado antes de su vencimiento.
Visión del mercado de high yield
En la casa se muestran convencidos de que el high yield europeo sigue estando en posición de ofrecer una rentabilidad atractiva ajustada al riesgo. “El precio de los bonos de alto rendimiento ha sufrido significativamente en 2015, pero se ha visto compensada por la alta rentabilidad de sus cupones y ha conseguido que termine el año con rendimientos positivos. El entorno macroeconómico sigue sustentando esta clase de activo, y con las políticas monetarias del BCE los inversores están dispuestos a asumir más riesgo de crédito al mismo tiempo que los fundamentales del high yield siguen siendo fuertes. La valoración del activo ha mejorado tras las reciente correcciones y los diferenciales con los bonos del Estado se han ampliado en más de 90 puntos básicos en el inicio del año”, recuerda Berger. En AXA IM creen que no debería haber un mayor deterioro en el high yield. La volatilidad reciente la ven como un mejor punto de entrada para el inversor con unas rentabilidades más atractivas.