¿Qué es el riesgo laboral en la industria financiera y cómo sacarle partido?

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StockMonkeys.com, Flickr, Creative Commons

En el mundo de la inversión, hay un tipo de riesgo que muchas veces pasa desapercibido a la hora de analizar el comportamiento del mercado: hablamos del riesgo laboral (career risk en inglés), es decir, el riesgo de perder el puesto de trabajo. En palabras de Jeremy Grantham, jefe de inversiones de GMO: “El principal objetivo de cualquier empleado es conservar su empleo, por lo que reducir el riesgo laboral de uno mismo resulta más importante que maximizar la rentabilidad del cliente”. Esta máxima tiene implicaciones importantes para el comportamiento del mercado, ya que, según Grantham, “gestionar el riesgo laboral de forma eficiente implica que uno nunca debe ser el único en equivocarse y por eso el comportamiento gregario es una de las características de la inversión profesional”.

Tras analizar diversos parámetros, el equipo de Global Research de Bank of America Merrill Lynch (BofAML) ha llegado a la conclusión de que el riesgo laboral está muy presente en el entorno actual, quizás porque el recuerdo de las fuertes pérdidas registradas en 2008-2009 sigue muy vivo, porque las medidas extraordinarias puestas en marcha por los bancos centrales han distorsionado los mercados hasta el punto de que los fundamentales han dejado de tener sentido en muchos casos y porque a los gestores que aplican estrategias de gestión activa en renta variable les resulta cada más difícil superar al mercado y justificar sus comisiones.

Dos ejemplos…

En BofAML ponen dos ejemplos que demuestran que la mayoría de los participantes del mercado no están dispuestos a ‘mojarse’. Por un lado, “la dispersión media de las previsiones de BPA para las empresas del S&P 500 está prácticamente en mínimos históricos (a excepción del sector de la energía, donde las oscilaciones del precio se ha traducido en una mayor dispersión de previsiones)”, algo que los expertos de la casa estadounidense atribuyen a un exceso de complacencia o las reticencias a desviarse de las previsiones proporcionadas por las empresas. Ante esta situación, recomiendan buscar ideas de convicción que se alejen del consenso.

Otro aspecto que el informe de BofAML cita como ejemplo de la falta de convicción del mercado es que “las posiciones que están tomando los gestores activos sugieren que no están posicionados ni a favor ni en contra de una recuperación cíclica: el peso de los sectores defensivos y cíclicos está prácticamente igualado en las carteras”. Y, mientras que hace un año menos de uno de cada tres fondos estaba sobreponderados en empresas de suministros públicos (utilities) y telecomunicaciones –sectores que normalmente se ven más afectados por las subidas de tipos– ahora casi la mitad están sobreponderados en utilities y más de la mitad en telecos. Sin embargo, los gestores están neutrales en el sector financiero, que tradicionalmente se ve beneficiado por las subidas de tipos.

Posicionamiento cíclicos vs. defensivo y exposiciones sectoriales ahora vs. hace un año

 

Los expertos señalan también que, frente a los bajos niveles de volatilidad, que podrían interpretarse como una muestra de complacencia ante los riesgos bajistas, los altos costes de protegerse frente a un evento de mercado sugieren falta de pulso alcista. Su recomendación: vender bond proxies y permutar las coberturas sobre bolsa estadounidense, que están caras, por coberturas sobre el KOSPI surcoreano o la bolsa de Taiwán.

… y una excepción

“El active share medio de los fondos de inversión (su desviación del índice de referencia) está cerca de alcanzar un récord no visto en cinco años, un síntoma de alta convicción de los gestores en la renta variable”, afirman los autores del informe, que creen que esta tendencia puede tener otra lectura: como los mandatos de los asesores les impiden pagar comisiones elevadas por fondos que se limitan a replicar el índice, un active share elevado se convierte en una atractiva herramienta de marketing. Sin embargo, esta necesidad de demostrar su grado de actividad “empuja a los gestores hacia las empresas más pequeñas, incluso cuando los valores de mayor capitalización resultan atractivos por fundamentales”. Por eso apuestan precisamente por los valores más grandes y tradicionales, que ahora mismo están particularmente baratos.