Dato: un índice de deuda soberana global estándar habría registrado un retorno total de alrededor del 40% en los últimos nueve años. Sin embargo, la capitalización de ese mismo tipo de índice se habría duplicado. Es el caso por ejemplo del Bank of America Merrill Lynch Global Government Bond, que habría pasado de 12,25 billones de dólares en 2008 a alcanzar un valor de 24,5 billones de dólares en 2017, “un impactante incremento de 113.000 millones de dólares cada mes”, apunta Paul Brain, gestor al frente del equipo de renta fija de Newton (parte de BNY Mellon IM).
Brain recuerda que, allá por 2008, con la crisis apenas comenzada, todos los economistas predecían que se incrementaría el volumen de emisión de deudas… y que, como resultado, los rendimientos de la deuda tendrían que subir para acomodar el exceso de oferta. Los inversores de 2017 saben que esa predicción no podría ser más errónea, pues nueve años después el contexto mundial es de inflación débil y tipos bajos. Ahora bien, ¿de dónde ha venido toda esa demanda de bonos?
“Los bancos centrales han sido los compradores más voraces, adquiriendo una media de 100.000 millones de dólares al mes”, indica el experto. A esto añade el posicionamiento de los inversores a lo largo de la curva, al desaparecer la remuneración que hace años otorgaba el efectivo. A estos dos factores suma la recuperación del ahorro de las familias, que ha dirigido una parte de sus esfuerzos a los bonos considerados como más seguros. Así, de acuerdo con datos de Deutsche Bank, de los 1,8 billones de dólares que ahorran cada año en conjunto los 27 países de la OCDE, “aproximadamente 150.000 millones de dólares necesitan ser invertidos en acciones y bonos todos los meses” (ver gráfico).
Las cuatro Ds
Paul Brain es consciente de que ahora los mercados de renta fija podrían encontrarse en un punto de inflexión: “Los gobiernos están empezando a alejarse de la austeridad fiscal, y los bancos centrales están empezando a ralentizar sus compras de bonos, y en el caso de la Fed, a revertir todo el proceso”. También se ha observado cierta recuperación de la rentabilidad en algunas referencias, después de que el año pasado el volumen de deuda con tipos negativos batiera todos los precedentes históricos. Sin ir más lejos, los bonos estadounidenses a un año regresaban a principios de esta semana a niveles no vistos en los últimos ocho años.
A pesar de estos indicios, el gestor considera no obstante que algo no va a cambiar y va a ejercer como un freno a la escalada de las rentabilidades: el entorno de crecimiento bajo con poca inflación. En su opinión, hay cuatro factores – que denomina las cuatro Ds- que explican esta influencia: exceso de deuda, peor demografía, disrupción tecnológica y distorsión de los precios.
“Ya sea la manera en que la fuerza disruptiva de Amazon está cambiando la manera en que se venden y compran bienes, o que los baby boomers estén abandonando la población activa y destruyendo la relación entre bajo desempleo e inflación, hay algo que tenemos claro: la rentabilidad de los bonos no puede subir demasiado antes de que se vuelva difícil dar servicio a estos altos niveles de endeudamiento y el crecimiento empiece a sufrir otra vez”, declara Brain. En su opinión, estos factores no van a impedir que los tipos suban desde niveles actuales, pero sí cree que “puede que no tarden en actuar como un tapón” que frene la escalada de rendimientos.