No solo la bolsa ha sufrido en esta corrección. Los inversores en renta fija han recibido estas semanas una clase express sobre la verdadera liquidez en tiempos de pánico.
La magia de la liquidez es que solo está cuando menos se necesita. Los inversores en renta fija han conocido en cuestión de semanas lo verdaderamente cruda que puede llegar a ser la realidad de una sequía del mercado; de querer vender y, simplemente, no poder. “Incluso en bonos de grado de inversión, cuando querías vender, incluso con un descuento razonable, en la práctica había una gran diferencia entre el precio que marcaba tu pantalla de Bloomberg y lo que finalmente se ofrecía”, recuerda Frank Dixmier, director global de renta fija de Allianz Global Investors. No solo ha sido el salto en la volatilidad de los mercados, sino también la rapidez con la que se ha secado, curiosamente, más en el segmento de bonos con grado de inversión que en high yield.
Se ha hablado mucho sobre que acabamos de vivir el desplome más rápido de la historia en las bolsas, pero la corrección no ha obviado a la renta fija. La virulencia del ensanchamiento de los spreads, tanto en grado de inversión como en high yield, se refleja muy bien en los gráficos siguientes.
Según el experto, esa crisis de liquidez se explica por dos factores. Primero, por las cifras record de salidas de capital del crédito, en niveles históricos. Segundo, porque la banca tiene menos capacidad para asumir su papel como agente en el mercado.
Y de ahí la importancia del papel de los bancos centrales. En estas semanas hemos visto a las entidades monetarias desafiar a quienes aseguraban que se habían quedado sin balas. Por ejemplo, por primera vez en su historia, la Reserva Federal dará facilidad a la financiación de emisiones corporativas.
En opinión del experto, los bancos centrales se centran en dos objetivos:
1. Garantizar la transmisión fluida de su política monetaria mediante el funcionamiento correcto de los mercados
2. Convertirse en una suerte de comprador último de la gran cantidad de deuda que los gobiernos van a emitir.
“Estamos en un mundo del Whatever it takes en cuanto a política monetaria, pero, y más relevante, también en un mundo de Whatever it costs”, afirma Dixmier. Esto es, que los gobiernos a nivel global se preparan para lanzar sus propios bazukas de estímulos. En su caso, fiscales, lo que hará explotar el gasto público. Y por eso es tan clave el papel de los bancos centrales como comprador último.