¿Qué nuevos requisitos debe cumplir una gestora para ganar un mandato?

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David Travis, Unsplash

El precio y la escala han sido, históricamente, dos factores muy importantes a la hora de conseguir un mandato. Sin embargo, ya no son los únicos. Ahora existen otras cuestiones clave que, de no poder ser demostradas por la entidad, podrían dejarla fuera del concurso. Concretamente, a la hora de seleccionar la gestora el inversor institucional está teniendo en consideración dos nuevos criterios, los cuales revela David Cienfuegos, responsable del negocio de Inversiones en España de Willis Towers Watson, en una entrevista con FundsPeople.

1) La cultura interna de la gestora. “Es algo que ha pasado a un primer plano. Otorgarle un mandato a un gestor que lo ha hecho bien en los últimos 10 años no te garantiza que lo vaya a hacer bien en el futuro, a menos que tenga una capacidad de adaptación brutal. Si tú cuentas con un equipo mono-opinión, mono-cultural y mono proceso, no estás introduciendo el reto conceptual necesario. En general, las grandes deficiencias de las gestoras es la falta de inclusión a nivel cultural y étnica en sus equipos. Ahora, o dispones de la cultura adecuada o ni te miramos. Es el principal cambio que hemos llevado a cabo en nuestro proceso de inversión”, asegura Cienfuegos. Para llevar a cabo este análisis, existen algunas métricas.

“Por ejemplo, se puede estudiar cómo gestionan las reuniones internas, quién habla en primer lugar, la diversidad cultural, de pensamiento y cognitiva que existe en el equipo… Son cuestiones complejas de medir, pero que, si dedicas tiempo y recursos a analizarlo, te permite saber si en los procesos que aplican existe esa mentalidad de confluir ideas o si es el jefe quien marca las directrices y el resto asiente. Se trata de que el proceso sea lo más robusto posible, de que el gestor sepa afrontar el futuro y, para ello, los miembros del equipo no pueden ser unos clones los unos de los otros. Esto hace caer a los gestores estrella. Nunca seleccionaríamos uno para gestionar un mandato”, reconoce.

2) Sostenibilidad. Es el segundo concepto que ha saltado al primer plano a la hora de conceder un mandato. Y, según Cienfuegos, su importancia irá a más. “Todo lo que guarde relación con estrategias ligadas a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, con la transición energética, con la mejora de la gobernabilidad de las empresas, del estatus de los empleados… se ha convertido en prioridad número uno. Si la gestora no tiene un propósito con respecto a estas cuestiones es muy probable que quede relegada en el concurso. Antes se hablaba de rentabilidad/riesgo y luego del posible beneficio de la sostenibilidad. Ahora es al revés: lo primero que se aborda es cómo en lo que invierto mejora el mundo”.

Según Cienfuegos, para ser sostenible, no hay que ponerse a censurar negocios. “Somos más partidarios del engagement que de la exclusión. Es importante descartar de antemano aquellas industrias en las que no tenemos interés en influir porque no son negociables, como por ejemplo ocurre con los fabricantes de bombas de racimo. Son temas tan graves que no tiene sentido negociarlas. Son compañías que, si no inviertes en ellas, cada vez contarán con una menor capitalización bursátil, lo que al final hará más fácil sacarlas del mercado. Sin embargo, en otras puedes ejercer tu influencia desde dentro, esto es, ser capaz de cambiar el mundo a través de mis participaciones en esas compañías”.

El responsable del negocio de Inversiones en España de Willis Towers Watson no cree que replicar índices sostenibles sea el camino más adecuado para avanzar en materia de sostenibilidad. “Somos más partidarios de la gestión activa porque la incorporación de esas políticas de engagement e influencia sobre tus inversiones es algo crítico. De cara a futuro, para otorgar un mandato, el que los propósitos de inversión del gestor frente a los ODS estén perfectamente descritos será algo básico. Crearemos métricas que nos permitirá evaluar esto. Si hoy le preguntas a un gestor sobre cómo está incidiendo con sus inversiones en los ODS, todavía es algo que muchos no saben responder”.

Para Cienfuegos, la ISR no es una moda sino una demanda social. “La regulación viene como respuesta a los cambios que exige la sociedad. No tiene sentido ahorrar para un futuro en el que el mundo va a ser peor al de hoy”. En este punto, el experto introduce una reflexión. “Más del 75% de las acciones de las tres empresas de mayor capitalizacíon en Estados Unidos está en manos de inversores institucionales que representan los derechos de accionistas minoristas. En el caso del EuroStoxx el porcentaje es del entorno del 40% y en del Ibex 35 es superior al 40%. Las empresas están en manos de los ahorradores. Si hubiese una acción coordinada, dictaríamos a esas compañías lo que pueden y no pueden hacer. Ese día el mundo cambiará”, augura.

El que los minoristas empiecen a ejercer su influencia en las compañías en las que invierten es algo que Cienfuegos ve cada vez más probable. “Se están empezando a crear plataformas de voto de ahorradores individuales, con el objetivo de abordar en las juntas de accionistas cuestiones relativas a cómo se retribuye a los directivos, a que se tomen medidas para reducir el impacto de la huella de carbono… Lo que era una utopía tiempo atrás ahora es más posible y las corporaciones se están empezando a dar cuenta de esto, tratando de anticiparse al potencial efecto del poder y la influencia que, si se coordinan, pueden llegar a tener”, concluye el experto.