El desarrollo de las criptodivisas (y de todos los activos financieros digitales) ha sido objeto de numerosos informes en los últimos años. El interés por estos activos no es nuevo. Aunque las primeras criptodivisas se desarrollaron después de la gran crisis financiera en 2008, la crisis del COVID-19 les ha dado un impulso espectacular. El ejemplo más claro es el rally del bitcoin, que vio multiplicar su valor en más de siete veces en un año.
Las criptodivisas se encuentran en la encrucijada de la innovación tecnológica, las finanzas y la política monetaria. Sin embargo, hasta el momento se están encontrando con la oposición de la industria de gestión de activos que, por lo general, siguen sin ver a las criptodivisas como una alternativa de inversión. La evolución que han experimentado plantea interrogantes sobre la naturaleza de estos activos, su función y su valoración.
“Aunque esta innovación promete el desarrollo de una forma de finanzas más inclusiva, no puede desafiar el monopolio de los bancos centrales en términos de política monetaria sin poner en peligro todo el sistema financiero. Corresponde a los reguladores encontrar un marco normativo adecuado para aprovechar el desarrollo de estos activos sin poner en riesgo la estabilidad macrofinanciera”, asegura Vincent Mortier, director de Inversiones adjunto en Amundi.
En la gestora francesa han publicado un blue paper en el que aparece un ranking con las 10 criptodivisas más importantes del mundo. Las han ordenado por capitalización. Actualmente, la de mayor relevancia es el bitcoin. A cierre de marzo representaba el 60% de la capitalización del mercado de criptodivisas a nivel global. Su tamaño: 1,7 billones de dólares. El 40% restante lo forman un grupo muy heterogéneo de criptoactivos.
