Los ETF están hechos a prueba de crisis. Durante los últimos 15 años, el interés por estos productos ha ido en aumento. No ha habido nada que haya podido detener el crecimiento patrimonial por los fondos cotizados, que año tras año han registrado flujos positivos de entradas netas y experimentado un incremento en su volumen de activos. Esto ha hecho que los proveedores de ETF hayan estado enfrascados en una carrera de lanzamiento de nuevas estrategias mucho más capilar, cuyo objetivo es poner a disposición del inversor productos que cubran cada uno de los distintos recovecos del mercado. El problema para las gestoras es que se trata de un procedimiento costoso que, además, no se ve compensado con el interés que suscita el producto.
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