Reino Unido invoca el artículo 50: ¿y ahora, qué? Hablan las gestoras

Theresa May
The Prime Ministers Office, Flickr, Creative Commons

No hay marcha atrás. Ya es oficial. El Brexit echa a andar. Theresa May ha invocado el artículo 50 del Tratado de Lisboa y, a partir de ahora, Reino Unido y la UE tienen de plazo dos años para pactar los acuerdos de su divorcio. Ese es el tiempo que, como máximo, podrán durar las negociaciones. Y, como en todo acuerdo de separación, no será un camino de rosas. La premier británica es optimista e insiste en que Gran Bretaña está “comenzando un audaz nuevo capítulo como una nación próspera, abierta y global”, pero los que hasta ahora han sido sus socios comunitarios tratarán de recordarle que fuera del matrimonio le irá peor. “Hay una enorme suma de dinero en juego y mientras el Reino Unido exige la opción de una salida a la carta y elegir con lo que quedarse, la UE se aferra rígidamente a un menú cerrado, de opciones fijas”, afirma Howard Cunningham, gestor de renta fija de Newton, filial de BNY Mellon IM.

Tal y como indica el experto, por ahora todo está en el aire. “No sabemos nada sobre a qué pactos llegarán en asuntos como el pasaporte europeo, los acuerdos comerciales o aspectos específicos en determinadas industrias (como por ejemplo los acuerdos pesqueros). Probablemente, la posición inicial de la UE que sus 27 miembros se solidaricen y lancen un mensaje de firmeza al Reino Unido en el sentido de que no se puede querer guardar el pastel y comérselo al mismo tiempo”, indica Cunningham. Ese es el recordatorio que le harán a May desde Bruselas. La cuestión para ambas partes es que el reloj apremiará ya que, de no alcanzarse un acuerdo en un periodo de 24 meses, la salida sería brusca, por las bravas, y eso quizás no lo quiera nadie. “El tiempo será una fuente clave de presión a lo largo de las negociaciones”, indica Paul O’Connor, responsable del área de multiactivos en Henderson Global Investors. Pero el reloj no será lo único que meta presión.

También introducirá tensión la manera de llevar a cabo los acuerdos. Mientras que el Gobierno británico quiere negociar los diferentes aspectos del Brexit en paralelo, el presidente de la Comisión Europea y algunos estados miembros están exigiendo que primero se enfoque el Brexit, retrasando las conversaciones sobre futuros acuerdos comerciales hasta que se llegue a un pacto sobre la factura económica que supondrá la salida del Reino Unido (60.000 millones de euros que Bruselas exige a Londres por el compromiso de pago en los Presupuestos a liquidar hasta 2018, los fondos de cohesión hasta 2020, las pensiones de los empleados públicos en la UE y otras inversiones comprometidas), la situación en la que se quedan los europeos que viven en el país o las cuestiones relativas a la frontera irlandesa. El choque de trenes en este tema ya se ha producido. May pide una negociación simultánea en lo que respecta a la desconexión y la futura relación, algo a lo que Europa se niega.

La negociación se prevé enconada... y larga. Si bien ambas partes podrían, en teoría, acordar prorrogar el plazo para las negociaciones, a O’Connor esta opción le parece difícil dada la postura actual del Gobierno británico y el hecho de que las elecciones al Parlamento Europeo estén previstas para mayo de 2019. Coincide en este punto con Azad Zangana, economista europeo en Schroders, quien reconoce que el 'hard Brexit' (la salida unilateral del Reino Unido de la UE) sería negativo para ambas partes. "Esto podría ser muy perjudicial". Por ahora, el proceso comienza con pocos compartiendo el optimismo del gobierno británico de que se alcanzará un acuerdo comercial dentro del plazo establecido. Casi el 20% de los gestores creen que el 29 de marzo de 2019 no habrá acuerdo.

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Para los gestores, lo importante es conocer cuáles serán los efectos a largo plazo del divorcio. Jim Leaviss, responsable del equipo de renta fija minorista de M&G Investments, no tiene ninguna duda de que éstos dependerán de las relaciones comerciales. "La implementación de mayores barreras comerciales, si se produjera, repercutirá en el crecimiento y la productividad. No obstante, todo dependerá en gran medida de cómo progresen las negociaciones en los próximos dos años, y ahora es demasiado pronto para especular sobre cuál será el efecto en los mercados financieros. Obviamente, el mejor escenario sería un divorcio civilizado, en el que las negociaciones sean constructivas y sencillas y que minimizara cualquier repercusión sobre la demanda. Un divorcio reñido, con una retórica más severa por ambas partes, probablemente resultaría en consecuencias de mayor calado sobre la demanda y, posiblemente, en una recesión".

Situación actual de las economías

En lo que respecta a la economía de los hasta ahora cónyuges, tranquilidad total en ambos lados del Canal de la Mancha. Al menos, por ahora. Tras el referéndum sobre el Brexit, el crecimiento en Reino Unido se mantiene al alza. En el cuarto trimestre, el PIB aumentó un 2,9% en tasa interanual, tras marcar una progresión del 2,3% en los dos trimestres anteriores. Los índices PMI vendrían a confirmar el sólido crecimiento en estos inicios de 2017, si bien son algo menores a su máximo post-brexit, registrado en diciembre. En cuanto a la inflación, se ha acelerado en estos últimos meses hasta alcanzar el 2,3% en tasa interanual en febrero (2% sin energía y alimentación), debido sobre todo a la subida de los precios del crudo y la depreciación de la libra esterlina. La caída de la divisa ha provocado una fuerte subida del precio de los bienes y servicios importados que debería repercutirse progresivamente en los precios de consumo, señala Julien-Pierre Nouen, economista-estratega jefe de Lazard.

En cuanto a la Europa del euro, el crecimiento se afianza, con una progresión del 1,6% interanual durante el cuarto trimestre, tras el 1,7% del tercer trimestre. El crecimiento para el año 2016 ha sido del 1,7%, tras el 2% registrado en 2015. “Del PIB desglosado se deduce que el consumo ha sido el mayor factor de crecimiento. La inversión y la variación de existencias han fomentado también la actividad, en tanto que el comercio exterior la ha lastrado. Y es que, si bien las exportaciones han aumentado (un 6,1% interanual), no han sido suficientes para compensar el fuerte aumento de las importaciones (8% interanual)”, afirma el experto. Los datos estadísticos de los que se dispone para el primer trimestre auguran que las cosas en Europa van bien en lo que respecta al crecimiento económico.

“Las ventas al por menor en la zona euro han retrocedido levemente en enero con respecto al mismo mes del año anterior (-0,1%), pero las ventas de turismos han sido pujantes en febrero y la producción industrial ha aumentado en enero (+0,9%) tras el fuerte bajón registrado en diciembre, gracias al repunte alemán. Además, y pese a la incertidumbre política, el clima de confianza en los negocios sigue mejorando. El índice PMI compuesto del conjunto de la zona euro ha aumentado de 54,4 a 56,0 en febrero, un dato que deja entrever un crecimiento superior al 2,0%. La inflación global sigue enderezándose, con un 2,0% interanual en febrero, frente al 1,8% registrado en enero, aunque la inflación subyacente sigue siendo bastante moderada (0,9%)”, señala el experto.

Situación de los mercados financieros

Los buenos datos macro están sirviendo de apoyo a los mercados financieros, donde también reina la calma, subrayan desde NN IP. Tanto es así que, de hecho, la activación del artículo 50 podría ser incluso un no evento. “Podríamos ver un poco de volatilidad en la libra esterlina, que bien podría estar unida a una libra más fuerte, dado las presiones inflacionistas en Reino Unido y las crecientes dudas sobre la política ultra acomodaticia del Banco de Inglaterra. De cualquier manera, el pánico por el Brexit sólo se verá dentro de unos meses, cuando el gabinete de May se dé cuenta de que las negociaciones con los europeos van a ser mucho más duras de lo que esperan”, concluye Hartwig Kos, coresponsable de multiactivos de SYZ AM.

Para Lukas Daalder, director de Inversiones de Robeco, los mercados ya han descontado la invocación del artículo 50, por lo que a largo plazo la atención se centrará en el desarrollo de las negociaciones, lo que pasará factura a la libra. “El proceso ya está anticipado y, en circunstancias normales, no debería tener ningún efecto de mercado a corto plazo, aunque hay un riesgo limitado de que se ‘compre con el rumor y se venda con la noticia’, al liquidarse posiciones especulativas conforme el proceso avance”. Otra cosa son los efectos que pueda tener el Brexit aplazo largo en el mercado de renta variable.

Según apuntan desde Martin Currie, filial de renta variable de la gestora estadounidense Legg Mason, sectores como el de consumo discrecional, el inmobiliario (constructoras) y el de suministros públicos se han mostrado particularmente vulnerables, y -según la entidad- es probable que esta tendencia continúe. "Los dos primeros son especialmente sensibles a una reducción aún mayor de los ingresos reales, mientras que los márgenes de los suministros públicos se han visto lastrados por el aumento del precio en libras de las importaciones energéticas. El temor a un éxodo masivo de las sedes de las empresas puede ser exagerado, pero también resulta ingenuo pensar que el contexto empresarial se mantendrá como hasta ahora. Un ejemplo de ello son las recientes advertencias por parte de altos cargos de la UE de que las líneas aéreas ubicadas en el Reino Unido tendrán que trasladar sus sedes si quieren mantener sus rutas en Europa continental".

Por lo pronto, las empresas ya están tomando posiciones de cara a la salida del Reino Unido de la UE y ajustando sus planes estratégicos de inversión, según la última Encuesta de Analistas de Fidelity. La mayoría de los analistas que cubren Europa y el 40% de los analistas que se centran en Japón señalan que el Brexit tendrá un efecto moderadamente negativo en sus empresas y afectará especialmente a la industria, la energía, el consumo discrecional, los servicios financieros y tecnología de la información. Más concretamente, la mitad de todos los analistas de Europa y una cuarta parte de todos los analistas de Asia alertan de que sus empresas están menos dispuestas a invertir en el Reino Unido a consecuencia del resultado del referéndum. Señalan el efecto ralentizador general de la incertidumbre, la falta de concreción en torno a las futuras relaciones entre el Reino Unido y la UE, los riesgos para el sector financiero y el mercado inmobiliario de Londres, así como la posibilidad de pérdida de talento.

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