Resumen básico con el que explicar a los clientes cómo se han comportado sus carteras en el primer trimestre

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Christophe Hautier on Unsplash

El primer trimestre de 2020 ha sido un curso exprés de la realidad de los mercados. Mes y medio ha dado para vivir la caída más brutal en décadas y a la vez una recuperación de doble dígito en pocos días. Por recapitular, no sería exagerado calificar el movimiento de las bolsas durante el primer trimestre como dramático. Es el término que repite Gavin Corr, director de Selección de Gestores para EMEA de Morningstar. Dramático, por un lado, por la fuerte aversión al riesgo que se vio a finales de febrero. El crash del 29 duró 50 días; el de 2020 tardó apenas 25 días en llegar a un punto similar.

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Y dramático también por la polarización en el comportamiento de las clases de activos. Como en toda corrección, los inversores buscaron activos refugio. Los bonos gubernamentales de Estados Unidos cerraron su mejor trimestre históricamente, según Corr. Pero también salieron a la caza de oportunidades. Curiosamente, esta corrección ha exacerbado las preferencias de los inversores por activos growth, de calidad y ligados a la ISR. Como se aprecia en el siguiente gráfico, tener un sesgo por crecimiento en compañías de gran capitalización ha sido una fuente crucial para batir al mercado. Y lo que es más notable: esa importante diferencia del 22% entre el estilo más rentable y el que menos, las small cap value.

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Enfrentados con este desafío económico los inversores han tocado con más fuerza aún a las puertas de tendencias ya establecidas”, afirma Corr. Si bien se ha visto el nerviosismo en agregado, muchos han seguido jugando sus apuestas en ideas que de repente quedaron a mejor precio. Como apunta el experto, gran parte del daño se ha borrado ya. En efecto, si uno no hubiera revisado su cartera hasta el 1 de abril pensaría que 2020 es un año cualquiera para los mercados.

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Mathieu Caquineau, director asociado de Cross-Border Equity Ratings Chair de Morningstar, coincide con notar esa polarización en los flujos hacia fondos en Europa. “Los inversores han apostado tanto por el momentum con entradas hacia sectoriales de salud y tecnología como sido contrarían con renta variable británica”, resume. Otra tendencia que se ha confirmado es la del uso de fondos indexados. Frente a las salidas netas de 35.000 millones de euros en fondos de gestión activa, los indexados apenas registraron salidas de 5.000 millones neto.

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Los fondos con un sesgo hacia la calidad y el crecimiento han resistido mejor. Hubiera sido una gran ventana para aprovechar liquidez, pero según cifras que maneja Caquineau solo 12 de los 550 fondos bajo su análisis tenían un 10% al menos en liquidez al empezar el año.

La renta fija no se libró de la corrección y los spreads se ensancharon a niveles de 2011 con la crisis del euro, pero a diferencia de las bolsas no se llegó a extremos históricos como en 2008. Y al igual que con la renta variable, los inversores activaron el fuerte apetito en cuanto las valoraciones mejoraron. “La corrección se interpretó como una oportunidad”, asegura Louise Babin, analista senior.

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