Puede estar en nuestras camisetas, en el pescado que hemos descongelado para la cena, en la onza de chocolate que nos mejora la tarde o en alguno de los componentes de nuestro teléfono móvil. El riesgo de la exposición a la esclavitud moderna, puede afectar a muchos sectores, actividades y productos. Así lo asegura Saskia Kort-Chick, directora de Investigación y Compromiso ASG-Inversión Responsable en AllianceBernstein.
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