La tecnología está revolucionando nuestro día a día. Para James Gautrey, especialista en tecnología y telecomunicaciones en Schroders, el reto para los inversores está en identificar el impacto de la innovación sobre los beneficios y las valoraciones.
Tras el fuerte rally vivido en 2013 por el sector tecnológico estadounidense —en particular por los valores de crecimiento— el mercado sufrió una brusca corrección en marzo de este año. En palabras de James Gautrey, especialista en tecnología y telecomunicaciones en Schroders, “muchos inversores empezaron a preguntarse por qué tenían en cartera valores que ellos mismos pensaban que estaban caros”. Unos meses después, Gautrey considera que las valoraciones agregadas continúan siendo demasiado altas pero que existen oportunidades para quienes sepan buscar. ¿Ha llegado el momento de darle una segunda oportunidad al sector?
“A la hora de invertir en tecnología, dos de las creencias más populares afirman que la valoración no es importante si la historia es buena y que la inversión de estilo valor no funciona porque, si un valor está barato, es porque tiene motivos para estarlo”, explica Gautrey. “Ambas ideas son erróneas y tienen el mismo origen: en una industria tan proclive al cambio, los inversores se dejan llevar por sus emociones para justificar sus creencias”.
El experto considera que, en los dos últimos años, la euforia sobre el potencial de crecimiento de las últimas innovaciones tecnológicas —como las nuevas arquitecturas informáticas, los macrodatos o ‘big data’, las memorias sólidas o la nube— empujó las valoraciones hasta niveles irracionales que, pese a la corrección vivida desde marzo, siguen sin resultar atractivas en términos de rentabilidad-riesgo. “Las empresas innovadoras parecen no darse cuenta de que, en un mundo en el que los beneficios no importan, es más fácil lanzar tecnologías disruptivas y, por tanto, la competencia es mayor”, señala Gautrey. “Esto implica que la confianza a largo plazo necesaria para justificar las valoraciones actuales simplemente no es razonable”.
El analista cita como ejemplo a Microsoft y a Oracle, dos empresas cuyos múltiplos se situaban en niveles muy elevados en el año 2000. “El sector ha cambiado y, a medida que los inversores se iban poniendo nerviosos, los múltiplos que estaban dispuestos a pagar se han reducido. Pese a multiplicar por cuatro sus ingresos desde el 2000, ambos valores han generado rentabilidades negativas en el mismo periodo”.
Aun así, Gautrey cree que el sector tecnológico ofrece oportunidades interesantes en valores concretos. “Identificar a los ganadores estructurales que cuentan con ventajas competitivas presentes y futuras pero que están siendo infravalorados por el mercado puede generar excelentes rentabilidades a largo plazo y nos parece que la reciente volatilidad y la debilidad generalizada abren atractivas oportunidades de compra para estos valores”, concluye.