El peso de las economías emergentes ha aumentado hasta representar aproximadamente el 40% del PIB mundial, el doble de lo que suponía cuando comenzó el nuevo milenio. Además, el mercado de deuda emergente representa actualmente el 18% del mercado mundial de renta fija. Ambos, junto a lo deprimidas que están las tires en los mercados desarrollados, son argumentos que están llevando a muchos inversores a plantearse la posibilidad de asignar una parte de su capital a un segmento de mercado que, históricamente, ha ocupado un espacio nulo o muy pequeño en sus carteras. Pero… ¿qué es mejor? ¿Apostar por una estrategia activa o pasiva?
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