Señales de alerta que envían los mercados… y que los inversores a veces ignoran

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Foto: Eyewashdesign, Flickr, Creative Commons

Los mercados de capitales descuentan toda la información disponible. Los precios de los activos dependen del tira y afloja de los inversores, que cuentan con diversos puntos de vista sobre los flujos de caja futuros de los activos subyacentes. De manera más sencilla, el mercado representa una visión combinada de las expectativas de los inversores sobre los flujos de caja futuros y, por ende, del riesgo. Se trata de un motor de señalización. Robert Almeida, gestor de carteras y estratega de inversión mundial de MFS IM, pone un sencillo ejemplo para explicarlo.

“En julio de 2007, el mercado de crédito estructurado (por ejemplo, las obligaciones garantizadas por deuda) empezó a emitir señales de riesgo en los flujos de caja, al tiempo que los precios comenzaron a descontar considerables probabilidades de impago. En compases posteriores de ese año y a lo largo de 2008, el mercado de crédito en general también descontaba tensiones en los flujos de caja y, en definitiva, el riesgo de quiebra. Con todo, durante ese tiempo, los inversores en renta variable no se percataron de esta importante señal procedente del mercado de renta fija hasta después del colapso de Lehman Brothers en septiembre de 2008”.

¿Es posible que hayamos sido testigos de justo lo contrario en los últimos años? ¿Es posible que el mercado de renta fija haya pasado por alto la señal deflacionaria que ha estado enviando el mercado de renta variable?

La rentabilidad superior de los valores de crecimiento con respecto a los títulos de valor ha sido analizada una y otra vez en los últimos años. Los inversores growth explican este excelente comportamiento basándose en la superior capacidad de generación de beneficios futuros de las firmas tecnológicas. Por el contrario, los value consideran que se trata de un fenómeno de seguimiento de tendencias, como la burbuja tecnológica de finales de los 90, y prevén una reversión a la media en la que los títulos de valor acabarán por reafirmar su liderazgo. El experto de MFS IM ofrece otro punto de vista.

¿Es posible que este comportamiento sin precedentes del growth frente al value durante gran parte de la pasada década estuviera apuntando a unos tipos de interés más bajos (e incluso en niveles cero) a escala mundial?

“Puede que los inversores en renta fija, al igual que los inversores en renta variable antes de la crisis financiera mundial, hayan cometido el error de ignorar la señal. Recurramos a nuestros manuales de finanzas. En términos sencillos, el valor de una compañía representa su estado estacionario o steady state (es decir, el valor total de las propiedades, plantas, equipos y similares) más los flujos de caja descontados. Esto traducido a la jerga de renta fija significa que la renta variable es un activo de muy larga duración”, afirma el experto.

Más concretamente, las empresas growth son los activos de renta variable de mayor duración, porque generalmente reinvierten el flujo de caja en los negocios en lugar de devolverlo a los accionistas con el paso del tiempo, mientras que las empresas de valor maduras y con orientación cíclica devuelven el capital de forma más sistemática a los accionistas a través de dividendos o recompras de acciones. Como resultado, los valores de crecimiento presentan más duración que los títulos de valor.

A pesar de los estímulos sin precedentes, la inflación permanece en cotas benignas, lo que deja atónitos a los bancos centrales y el mercado de renta fija. ¿Tal vez los inversores en renta fija deberían dejar de analizar los síntomas (baja inflación) y sopesar lo que está ocurriendo en todos los sectores? “Si lo hicieran, podrían observar cómo la tecnología ha incrementado la oferta de bienes y servicios disponibles para la venta, ha fomentado la transparencia de precios y ha mejorado la concienciación sobre la calidad de los productos. La combinación de estos factores ha provocado guerras de precios en múltiples sectores de todo el mundo, lo que ha espoleado la desinflación. Por eso, en mi opinión, los tipos de interés podrían seguir descendiendo aún más”, concluye.