En menos de una semana, el Banco Popular de China retira el sistema de cuotas para comprar deuda onshore y rebaja en 50 puntos básicos el ratio de reservas para la banca china. Todo esto tiene consecuencias.
Cada vez es más evidente que las políticas monetarias acomodaticias no son exclusivas de los países desarrollados. Ayer, el Banco Popular de China (BPCh) anunciaba el quinto recorte de la ratio de reservas de los bancos desde finales de 2014. En concreto, el PBCh ha rebatado la ratio en 50 puntos básicos, hasta el 17%, y se calcula que con esta decisión se liberarán 680.000 millones de renmimbis de liquidez hacia el mercado.
“Unos ratios más bajos permiten a los bancos prestar más, estimulando a la economía”, recuerdan desde Fidelity International. El punto de vista de sus expertos es que, con este movimiento, “el BPCh está reaccionando a las caídas de las bolsas y los inestables indicadores de crecimiento de enero” (hay que recordar que el PMI chino cayó por debajo de 50 puntos”. Desde la gestora alertan de que “a medida que aumenta la oferta de dinero, es un riesgo la devaluación del yuan, por lo que puede que el BPCh continúe empujando artificialmente a la divisa al alza”.
Más pasos hacia la apertura de capitales
Este movimiento llega tan sólo una semana después de que China diera otro importante paso en su proceso de reestructuración económica, al anunciar el pasado 24 de febrero su banco central la eliminación del sistema de cuotas para que los inversores privados puedan invertir en deuda doméstica china. Rajeev De Mello, responsable de renta fija asiática de Schroders, considera que esta noticia es positiva para los inversores institucionales globales por cuatro razones: es una oportunidad para incrementar la exposición a activos asiáticos “en un gran mercado líquido, junto con Japón”; porque la renta fija china – a diferencia de la deuda soberana de otras partes del mundo- sigue ofreciendo rendimientos positivos; por la tranquilidad de saber que China retine un superávit por cuenta corriente, y porque “a pesar de las recientes preocupaciones en torno al comportamiento de la divisa china frente al dólar, el renmimbi se dirige hacia un tipo de cambio que flota más libremente”.
Por tanto, De Mello considera que “una vez que se formulen los detalles de la operación, los proveedores de renta fija podrían incluir la deuda onshore china en los índices globales”, un movimiento que atraería un mayor interés por parte de los inversores.
El experto considera importante distinguir entre la deuda onshore y la deuda offshore, conocida asimismo como “dim sum”. En el caso de este segundo mercado, De Mello indica que “está sufriendo por las altas rentabilidades implícitas, debido a las expectativas de una mayor depreciación de la divisa. Los emisores no quieren pagar rentabilidades altas y los compradores están preocupados por la volatilidad”. En este contexto, desde Schroders ven como un factor positivo adicional la apertura del mercado onshore, porque creen que “alentará a los inversores internacionales a migrar hacia el mercado nacional, más líquido”.
Tanguy Le Saout, responsable de renta fija europea de Pioneer Investments, califica la eliminación de las cuotas como “otro gran paso hacia una mayor liberalización de su mercado de capital”. Al igual que el representante de Schroders, Le Saout considera que, en el largo plazo, “debería producirse un incremento de la participación extranjera en el mercado nacional de bonos en China”. No obstante, a diferencia de Mello, cree que la decisión del BPCh viene motivada en realidad por la fuga de capitales que ha registrado el país en los últimos meses (700.000 millones de dólares han abandonado China en los últimos doce meses). Por tanto, el responsable cree que “al liberalizar el mercado de deuda, puede que las autoridades chinas esperen compensar parcialmente estos flujos de salida con flujos de entrada de inversores que quieran ganar exposición al mercado chino de renta fija”. El margen de entrada puede ser considerable, dado que menos del 2% de toda la deuda china onshore está en manos extranjeras.
No es la única razón para Le Saout. Éste recuerda que uno de los requisitos del FMI para incluir al renmimbi en su cesta de divisas con derechos de giro especiales era el compromiso para una mayor apertura del mercado de capitales. “Al final, tanto la deuda como la renta variable chinas probablemente sean admitidas en índices internacionales globales, lo que significa que muchos inversores, especialmente los pasivos, serán obligados a incrementar su exposición al país”, reflexiona. El experto alerta sin embargo de que “la historia en el corto plazo probablemente sea menos favorable, pues los inversores querrán mayor claridad sobre las políticas monetaria y de tipo de cambio antes de comprar bonos chinos”.